dreamstime_m_9965151¿Utopía o realidad construida?

Por: Rubén Villegas
Orientador

No existe duda que nuestras amistades ocupan un lugar privilegiado en nuestras vidas. Invertimos mucha energía en mantenerlas y nutrirlas. Pero siempre es necesario no perder de vista aspectos que podrían estar contaminando nuestras relaciones. Antes de que el daño sea irreversible y lleguemos a lamentarlo, es bueno tener en mente algunas consideraciones como las que les presentaré a continuación.

Hay gente que siempre buscas saludar o llamar. Si dejas de hacerlo dicen: “te perdiste, me abandonaste”. ¿Y ellos? Esto pasa si no educamos a nuestras amistades. Esta “educación” pasa por demostrarles con hechos y reacciones coherentes lo que nos gusta y lo que no en una relación, lo que nos alegra y lo que nos lastima. Y que estamos dispuestos a respetar esos pequeños grandes detalles también para ellos. Quizás nuestro nivel de tolerancia sea diferente, pero lo tomaremos en cuenta si nos respetamos y nos queremos lo suficiente para querer y respetar en la misma medida a los demás.

Compartir equitativamente, incluso a pesar de la distancia, escuchar sin juzgar y apoyar sin criticar constantemente hacen que la amistad fluya.

De ambas partes
La amistad debe ser algo necesariamente bilateral. Todo es dando y dando, aunque sean diferentes las maneras de mostrar afecto. En una amistad verdadera te busco yo tanto como tú a mí. Estoy tan pendiente de ti como tú de mí. Te escucho y me escuchas. Te hablo y me hablas. Mis opiniones, expresiones, dudas, problemas, triunfos y alegrías son tan importantes y relevantes como los tuyos. Te invito a compartirlos conmigo así como celebraremos los tuyos.

Las amistades sólidas son posibles. Solo cuando somos lo suficientemente maduros y evolucionados como para crearlas y multiplicarlas sanamente. Por supuesto, no debemos ser ingenuos y confiados con todo el mundo. Un porcentaje del prójimo solo estará interesado en sacar un provecho material o para satisfacer o cubrir sus inseguridades. A esos, apártalos y no sufras mucho por ellos, que ellos no lo harán por ti. Respira hondo y mantén tu camino.

Sin dependencia
La amistad de ninguna manera debe ser un tipo de dependencia o adicción a la compañía o a la opinión de alguien más. Eso no es sano. Ser fuertes implica no perder nuestro rumbo aún cuando una persona a quien queremos no está cerca de nosotros. Y ser un buen amigo también es contribuir al crecimiento del otro, dándole herramientas para que solo dependa de sí mismo.

En esta nueva generación de amistades, donde la comunicación y la interacción por redes sociales es tan común, llama poderosamente la atención muchos posts que vemos a diarios de nuestros amigos y conocidos. No todos muy positivos.

Si siempre piensas, publicas y decretas que nadie es amigo de nadie y solo existe gente falsa., ¿cómo pretendes vivir? ¿en la paranoia y el aislamiento?

Si repites a diario que somos amigos y lo publicas en Facebook, Twitter, tu Nick de Blackberry y Messenger… ¿Cómo debo tomarlo? ¿Eso me incluye? ¿Publicarás una lista con excepciones? ¿Me alejo mientras piensas las respuestas a estas preguntas?

Si te vives quejando de los falsos a tu alrededor toma en cuenta que tú los atrajiste a tu vida. Quizás el problema está en ti. Revísate. No puede ser que tengas tan mala suerte de conocer solo a los peores seres humanos. La gente es lo que tú crees que es y en eso influye mucho cómo te ves a ti mismo.

Tus padres
Es una gran mentira que tus padres sean tus únicos amigos reales y los únicos incondicionales. Si tus padres son tus únicos amigos. ¿Cómo hiciste para probar cosas que ellos no aprobarían y que implicarían castigo? Un amigo no castiga, acompaña aunque a veces no entienda nuestras razones.

Por ejemplo cuando se pierde la virginidad o se fuma por primera vez, ¿qué porcentaje de gente corrió a contárselo a su mamá o a su papá antes que a otras personas? Seguro que sí los hubo, pero les aseguro que fueron muy pocos.

Ellos son importantes, pero tienen una función diferente en tu vida. Ellos te enseñaron la mayoría de las cosas importantes en tu vida y forjaron el ser humano que eres hoy para bien y para mal y, hasta se quitarían un riñón para dártelo sin pensarlo dos veces, pero necesitas socializar, creer en el mundo que existe más allá de tu casa, comparar culturas y maneras de ver la vida. Eso te dará sabiduría para conocerte mejor a ti mismo y luego a los que te rodean.

Duraderas
Para que una amistad perdure, ambas partes deben crecer al mismo ritmo y en la misma dirección. No es casualidad que nuestras amistades hayan cambiado con el paso de los años. Muy pocas se mantienen en pie desde el colegio o la escuela secundaria. Nuestros intereses cambian y con ellos nuestro entorno.

Por otro lado, si buscamos crecer y ese amigo no lo hace, lo más natural es que terminemos apartándolo. Si decidimos mantenerlo cerca, debemos ser muy fuertes y centrados para no ser arrastrados a un rumbo con el cual no nos identificamos o al estancamiento.

En todos los casos, la base de una buena amistad deben ser los valores que se comparten y no los gustos o intereses. Los primeros son universales, permanentes y nos conducen a evolucionar como seres humanos. Los segundos son cambiantes. No puedes esperar que una amistad sea algo relevante si lo único que comparten es ser colegas, ser fanáticos de un equipo o que les guste el mismo tipo de música. Eso sería frívolo.

Una amistad puede ser para toda la vida, puede ayudarnos a encontrarnos a nosotros mismos y aprender de la vida. Quizás no estén en todo momento ni puedan ayudarnos en todo. No es la idea. Disfrutemos y aprovechemos lo que nos ofrecen y compartamos en libertad.