La ruta oeste (accesible desde el lado de Volcán-Cerro Punta) del Volcán Barú es para mi, uno de los senderos más dramáticos, y hermosos que se puede recorrer en Panamá
Por: Adrián Benedetti – Fundador – Fundación Caminando Panamá
Fotos cortesía: Adrián Benedetti
A poco más de 8 km caminas por siete diferentes tipos de vegetación. El único lugar en donde un senderista puede tener la oportunidad de ver cambios tan drásticos es el Volcán Barú.
Considero que cada tipo de vegetación es como entrar a un “mundo” diferente. Imagina pasar por una sabana de hierbas amarillas y agaves con flores que pueden alcanzar hasta 5 metros, seguidos por un bosque verde de bambú, el cual te traslada directo a la famosa escena de pelea de la película Crouching Tiger Hidden Dragon. Cruzas un filo y el verde se transforma en un mundo de madera y musgo viejo como los bosques encantados del Señor de Los Anillos y…de repente sales a otro escenario lleno de flores, piedras, plantas raras y vistas espectaculares. Finalmente, después de 5-7 horas subiendo, cruzas lo que pareciera una entrada custodiada por un gran peñón guardián que permite bajar al cráter de un volcán dormido (efectivamente el Señor está dormido y no extinto).
En carnavales subí con mi esposa y unos amigos. Al llegar al pie del Barú, había un bus del cual saltaron casi 20 jóvenes cargados de energía nerviosa, seguros de poder conquistar el techo de Panamá. A medida que íbamos subiendo nos encontrábamos con más jóvenes con gran diversidad de acentos: México, Argentina, Guatemala, Costa Rica, Venezuela y sí, el de Panamá también.
Subir Barú no es fácil. Es uno de los senderos más difíciles del país debido a su inclinación, estreches, gran nivel de deterioro y debido a que la cima tiene más de 3,450 metros de alto; es recomendable llevar ropa adecuada para clima frio. Pero estos jóvenes, algunos no muy bien equipados, iban para arriba y disfruté enormemente la determinación de sus pasos y asombro en sus ojos. La aventura, el reto, el orgullo, sentir que estas vivo, desafiar la edad, revivir la juventud, la vista son factores que te ayudan a seguir el recorrido.
Por eso es difícil entender como un recorrido que inspira tanto asombro y exige tanta voluntad para conquistar sea tan maltratado. La combinación del uso a través de los años y falta de mantenimiento y manejo ponen en peligro el sendero, los ecosistemas e incluso las vidas de los senderistas. La basura y grafiti por doquier deja evidencia del poco aprecio de los visitantes. A pesar de esto sigue siendo una aventura increíble. Con un poco de esfuerzo y cuidado podría ser inolvidable.
Por eso es necesario unirnos para exigir un mejor cuidado de nuestras joyas naturales. Los Parques Nacionales son del pueblo, de nosotros. Sus senderos, bosques, ríos, montañas nos brindan inspiración, diversión, salud e identidad. El primer paso es salir a conocerlos. El segundo es cuidarlos para poder regresar.
¡Buen Camino!
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