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El JMV de la Liga Nacional en el 2014, Andrew McCutchen,
durante un partido en el campo de entrenamiento.

Cuando sale el sol en la Florida el reflejo de su luz se proyecta en sus costas cristalinas, el agua de sus playas y el fuerte oleaje de su bahía, hace que el sabor y el aroma por el béisbol despierte el más grande placer nunca antes engendrado.

 

Por: José Pineda
Fotos cortesía de: José Pineda

 

No duermes, y muy temprano abres los ojos. Luego respiras y dices: “Es hora de béisbol”. No sabes a dónde mirar, por dónde caminar o a dónde ir. El paraíso para los “birriosos” es el campo de entrenamientos del béisbol de las Grandes Ligas en la Florida.

Es el paraíso que todos aman, el epicentro del deporte que amamos y cuando gritan “play ball” todos quedamos fielmente enamorados. Hablemos de lo vivido, de los momentos, las alegrías, los asombros y todo lo que vivimos en un viaje soñado al “Disneylandia de la pelota”.

La primera parada
Después de una noche de insomnio, sin conciliar el sueño, te levantas  temprano queriendo llegar al estadio y dos cosas no salen de tu mente. Uno es el juego, y dos es la hora de entrar a la tienda de tu equipo y comprar lo que siempre haz soñado.

El día uno entramos por la puerta principal, llegamos al estadio McKenchnie Field de los Pittsburgh Pirates, como arte de magia entramos por la puerta de acceso a los jugadores y colaboradores. Un pasillo con imágenes de sus grandes figuras te daba la bienvenida. Te saludaban Roberto Clemente, Willie Stargel, Dave Parker, Omar Moreno, Andrew McCutchen y muchos más.

Un rato en los camerinos, conversando con Starling Marte, mostrando su guante de oro, premio merecido por ser el mejor Jardinero Izquierdo de toda la Liga Nacional. Y ya era hora de ir al terreno.

Disfrutamos del partido, ya era un poco tarde y la práctica de bateo había terminado. El juego arranca y se enfrentaban Medias Rojas y Piratas.

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Mark Melancon, cerrador de los Piratas de Pittsburgh
y miembro del equipo todo estrellas de la Liga
Nacional en el 2015.

Legión cubana en Boston
Las Medias Rojas de Boston presumían a sus estrellas cubanas, al bate la “Pantera” Rusney Castillo, firmado por más de 60 millones de dólares, y detrás el jugador de cuadro Joan Moncada, la joya del futuro de los Red Sox.

Castillo no se veía tan presumido como en la televisión, sus piernas eran más rápidas de lo que pensamos y su bate alegre y hábil en la caja de los bateadores.

Moncada mucho más conservador, su turno en las mayores aún no está definido. Moncada llevaba su propio coach de bateo que en español y marcado acento cubano le gritaba desde las gradas: “Ajusta, no te vayas adelante brother… espera un buen lanzamiento”.

El “gordito de oro”
En Boston no es la monedita de oro que quisiera ser. Pablo Sandoval, el tercera base regular y millonario de las Medias Rojas pareciera haber llegado más gordito de lo habitual al campo de entrenamiento.

El “Kung Fu Panda” como se le conoce en el medio beisbolero estaba allí con un bate que parece agarraba el ritmo y con un guante simplemente espectacular en la tercera base. Pero cómo atreverse a decir que esta gordo, si él todo lo puede.

Sandoval se ha propuesto, para éste 2016, “tapar bocas” a todos sus críticos que de una u otra forma le roban la calma con sus insultos. El venezolano quiere tener una temporada de ensueño y vivir momentos de gloria, tal y como pasó con los Gigantes de San Francisco.

Y el fuera de serie…
Una vez vi en un “stats cast” de MLB, (video científico) que el jugador de los Rays de Tampa, Kevin Kiermaier hizo un lanzamiento de los jardines hacia el plato a 100 millas por hora. Ese día no lo podía creer, pero nunca pensé ver la clase de “brazalete” que tiene el guardabosque central de ese equipo.

Kiermaier fusiló un corredor en tercera base con su “rifle” y lo que soltó fue una “bazooka”. Fue ganador del Guante de Oro en el jardín central en la liga americana, donde la competencia abunda en esa posición y de alta esfera.
No lo imaginé, el gran talento de los Rays puede hacer todo en el terreno, es versátil, con poder y con una defensa de los Dioses.

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El panameño Omar Moreno, trabajando como coach de los jardines
de los Piratas y como coach de los corredores en almohadillas.

¿Qué hiciste Cutch22?
El MVP y Jugador todo Estrella, Andrew McCutchen de los Piratas de Pittsburgh sacó la pelota del parque, pero por encima de todas las bardas habidas y existentes del estadio de entrenamiento. Fue un bombazo de unos 450 pies o más y la pelota se fue a la calle.

McCutchen está teniendo sus mejores momentos con los Piratas, pero ya se rumora que su contrato con la organización, para la próxima temporada va a ser grande, tanto así que quizás los Piratas no lo puedan conservar.

El “Cutch 22” ha sido de los peloteros insignias en los Piratas y su partida rompería el corazón de muchos de sus seguidores.

Omar Moreno, el “Flaco Explosivo”
El nacido en Puerto Armuelles, Omar Renán Moreno Quintero, está de regreso con su equipo los Piratas de Pittsburgh, el mismo conjunto que le vio ganar la Serie Mundial de 1979 en Grandes Ligas.

Después de haber jugado con Piratas por muchos años, el por siempre número 18, está de vuelta, ahora como coach de corredores y coach de los jardineros en fildeo.

Moreno hizo vibrar a los aficionados de los Piratas por muchos años y ahora trata de que las nuevas figuras del equipo, crezcan, con la fortaleza y calidad necesaria, para poder competir como los grandes en las mayores.

Bien por Moreno que sigue levantando en alto, la bandera panameña por los estadios de Grandes Ligas.
¡Viva el Béisbol!