Una actividad que ha intentando surgir en Panamá los últimos años.
Por: Isaac Castillero Wilson
Contagiar entusiasmo a los espectadores mediante rutinas de bailes y música, con movimientos de fuerza, precisión y acrobacia, es como podría definirse el cheerleading o porrismo.
Cheerleader significa «líderes de animación» y engloba un cúmulo de actitudes y valores como la disciplina, lealtad, y trabajo en equipo, entre otros necesarios para conformar un equipo de porristas.
La historia dice que la aparición de los animadores se da desde la creación del deporte en Roma y Grecia, con la necesidad de alentar a los competidores a un mejor resultado. En nuestros días, esta disciplina pasó de ser un pasatiempo a una actividad competitiva y deportiva, acogida por varios países, entre estos Panamá.
VIAJE AL PASADO
Todo nace con Thomas Peebles, graduado en la Universidad de Princeton, quien introdujo la idea de la animación para animar al público de la Universidad de Minnesota. Sin embargo, no fue hasta 1898 que Johnny Campbell, estudiante de Minnesota dirigió a la multitud cantando «Rah, Rah, Rah!» para alentar a los suyos en la final de un juego de fútbol americano, convirtiéndose en el primer animador el 2 de noviembre de 1898.
Aunque en la actualidad la mayoría de los animadores son mujeres, en sus inicios comenzó como una actividad típicamente masculina. Durante su desarrollo, se fue convirtiendo en una práctica femenina. Un factor importante para que esto ocurriera era la escasa disponibilidad de deportes para mujeres.
En los años ’90 comenzaron a surgir equipos profesionales de animación, no asociados a ningún equipo deportivo, cuya única meta era participar en competiciones específicas de la actividad.
El Cheerleading se originó y ha sido implementado en Estados Unidos y desde 1997, las competencias en las que participan países como, Canadá, Costa Rica, Australia, China, Finlandia, Francia, Alemania, Inglaterra y Japón, entre otros, se transmiten por la cadena Internacional ESPN.
A nivel mundial, el deporte es regulado por la Universal Cheerleaders Association (UCA) y en la actualidad, se busca que esta disciplina sea incluida a nivel olímpico.
EN EL ÁMBITO LOCAL
Durante los últimos tres años se ha estado promoviendo de manera más organizada el porrismo en Panamá, a través de diferentes escuelas, universidades y la academia Maximum Cheer Company.
Entre quienes han impulsado la disciplina, está el estadounidense Christopher Dane, quien con 23 años en la instrucción de la actividad, creó el año pasado la Academia Panameña de Porrismo y Afines (APPA), reconocida por la UCA y dedicada a promover y dirigir cheerleaders en el país.
«Cheerleading es mi pasión, fui participante en mis años de estudios en Menphis. Al estar casado con una panameña, he decidido enseñarlo aquí, donde hay mucho talento. Hemos optado porque las escuelas sean el lugar para desarrollarlo, ya que ahí se reúnen elementos como instructores, estudiantes e instalaciones», señaló Christopher.
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| Campamemnto Cheerleading 2012 |
Explicó que escuelas como el Balboa Academy y el Metropolitan School, con más de 15 integrantes cada una, ya cuentan con sus equipos. Otros como el Colegio de Panamá, Brader, Alberto Einstein, Panamerican, Las Esclavas, San Agustín, Javier, La Salle y Oxford están en vías de formación.
La mayoría de los participantes son niñas que están entre los 5 y 16 años, aunque actualmente hay dos equipos de adultos que son los Titanes de la Universidad Tecnológica y los representantes de la Universidad Autónoma de Chiriquí (Unachi).
Por ahora solo se han hecho, clínicas, demostraciones en ferias escolares y presentaciones en el Campeonato Nacional de Gimnasia, aunque en los últimos tres años el equipo de Maximun ha tenido participaciones internacionales por invitaciones. En 2010, en el World Cheerleading Championship en la división Junior Nivel 1; en 2011 y 2012 en el International All Star Cheerleading Championship, en Orlando, Florida, donde este año se consiguió un sexto lugar.
Entre los objetivos de los representativos de APPA están seguir creciendo y cultivando la disciplina en diferentes sectores del país para ser reconocidos por el Instituto Panameño de Deportes como una organización deportiva legal.
Para octubre se contempla realizar una competencia con los equipos locales para desarrollar los niveles competitivos. Y para enero próximo se realizará un campamento con expositores internacionales.
Vale resaltar que a nivel regional, Costa Rica es una de las grandes potencias con considerables actuaciones en certámenes internacionales, cuentan con una federación que rige este deporte que se ha estado implementando por más de 20 años en el caso de Colombia, donde después del fútbol y baloncesto, está entre las disciplinas más practicadas y populares.
SER CHEERLEADERS
A nivel mundial, las animadoras o cheerleaders son embajadoras de sus escuelas y países por lo que se promueven fuertemente los valores y civismo. Las niñas deben mantener buenas calificaciones en la escuela para poder mantenerse en el equipo.
Una Cheerleader debe dar lo mejor de sí y motiva a los demás a hacer lo mismo. Son atletas, ejemplos y se rigen por un estricto código de conducta que incluye la responsabilidad, compromiso y pasión. El liderazgo y el trabajo en equipo, la actitud positiva, perseverancia y confianza se alcanzan mediante la práctica.
Físicamente es un deporte exigente, se debe practicar casi todos los días por varias horas para desarrollar una óptima condición, flexibilidad, coordinación y fuerza. Para las Cheerleaders, el deporte y las prácticas deben ser una prioridad ante otros eventos.
Es evidente que la esencia de este deporte es especial. «Llevo cerca de cuatro años practicando y no he parado. Es un deporte que me gusta por ser completo, movido, atrevido y nuevo en nuestro país. Si se brindan los beneficios que tienen otras actividades, los porristas tendremos sanas y mejores formas de desarrollar un estilo de vida», indicó Diógenes Duncan, participante local de la categoría adultos.
Lo cierto es que el crecimiento de este deporte en suelo patrio dependerá del gusto, pasión y entrega de sus practicantes, sumado a la promoción para contagiar a otros y contar con el apoyo de las instituciones estatales y privadas.
