Rogelio Espiño. Foto: Archivo Sports & Health

Parte del público que sigue de cerca el boxeo en Panamá, incluidos los peleadores, desconocen las diferencias entre ser un apoderado o manager y ser promotor.

Por: Héctor Villareal

Esa confusión ocurre principalmente porque en nuestro país ha desaparecido, desde hace varias décadas, la figura del “promotor puro” y ha sido sustituida por la del apoderado/promotor.

EL APODERADO
Primero hay que tener claro que un apoderado, es un conocedor de los negocios de éste deporte, preferiblemente con solvencia económica, que tiene registrado un acuerdo por escrito con el boxeador, en el cual se compromete a representarlo a cambio del 33.3% de sus ingresos.

En algunos países, los apoderados son entrenadores o dueños de gimnasios que ayudan a formar a estos jóvenes y escogen a quienes les ven mayor potencial, con la ilusión de guiarlos hacia una carrera de éxito, disfrutar el triunfo y obtener lucro y reconocimiento social.

Representar a un boxeador involucra proveerle el equipo necesario para prácticas y de combates, además de nutrición, pasaje, vestimenta y zapatillas, un sitio de entrenamiento un entrenador adecuado a su nivel, atención médica, en algunos casos, un preparador físico o psicólogo, y ayudantes de guanteo que le exijan poner en práctica las estrategias trazadas para su siguiente pleito.

Lo anterior es en resumen, la mayor parte de la inversión de un apoderado y aunque el reglamento del boxeo panameño solo exige que se le brinde este apoyo al atleta durante los 15 días anteriores a cada combate, la mayoría de los “managers” entiende que su pupilo tendrá mayores probabilidades de éxito, si se le garantizan éstos beneficios de manera permanente, para que solo se preocupe por entrenar y pelear.

Para contribuir a esa tranquilidad mental del boxeador, el apoderado frecuentemente tiene que cargar con gastos ajenos al deporte y en ocasiones, acudir al rescate en situaciones de emergencia económica de salud o legal, no solo del atleta sino de su familia.

Sin embargo, el papel principal del “manager” es negociar para su pupilo pleitos convenientes, bien pagos, y en donde no vaya en desventaja de peso o experiencia.

Solo uno de cada 50 o 100 boxeadores panameños llega a convertirse en campeón mundial, y que de ellos, un pequeño porcentaje logra realizar la cantidad de defensas del título que le permiten fortalecer su economía. La inversión del apoderado es de alto riesgo, usualmente reservado para verdaderos enamorados del pugilismo que quieran beneficiar a nuestra juventud y mantener esa tradición y prestigio de “Cuna de Campeones”.

EL PROMOTOR
Ser promotor de boxeo es invertir en presentar un espectáculo público deportivo, en el cual se venden entradas, se cobran patrocinios a productos y marcas, y se obtiene dinero de televisoras, por el derecho de transmitir y comercializar las imágenes de esos combates, exhibiéndolos ante una audiencia superior a la que cabe en el escenario del show.

Para tal fin, el promotor contrata los servicios de los boxeadores mediante negociación con sus apoderados, buscando presentar un espectáculo que sea atractivo para la audiencia televisiva, patrocinadores y público presente.

CONDENADOS AL FRACASO
Panamá es de los pocos países del mundo en que las televisoras no aportan dinero para la realización de eventos de boxeo, y su patrocinio se limita a la producción de anuncios publicitarios y espacios de “tiempo aire” en sus canales para exhibir el mismo y atraer compradores de boletos de entrada. Tampoco se crean contenidos en su programación para dar a conocer a los nuevos peleadores y sus logros.

Esta situación ha contribuido al alejamiento del público y a la marcada disminución del interés de las empresas por poner logos en la lona, las esquineras o en los letreros de anunciar los asaltos. En conclusión, un promotor de boxeo en Panamá está hoy en día condenado al fracaso.

Jezreel-Corrales
Jezreel Corrales. Foto: www.wbanews.com

EL MANAGER PROMOTOR
Sin la disponibilidad de promotores que quieran seguir perdiendo dinero, la mayoría de los apoderados desde hace décadas han tenido que organizar las peleas de sus boxeadores con la visión de que algún día recuperarán como apoderados lo que antes perdieron como promotores. Para evitar perder en ambos roles, estos “managers” que incursionan en la promoción, rara vez enfrentan a sus protegidos contra rivales que representen un peligro y que ponga en riesgo su verdadera inversión.
El especial cuidado que se tiene al escoger a los rivales ha ocasionado que muchos de los combates sean desnivelados o de baja calidad, ahuyentando al público de las arenas y apartándolos de las pantallas de televisión.
Algunos negociantes del boxeo aún dicen ser promotores puros por no ser “managers” de ningún atleta y tener contactos para obtener patrocinios, se acercan a cada apoderado para que coloque  su pupilo en el show, pagando las bolsas de ambos púgiles y otros gastos. Cada uno paga su pelea, sin tener que involucrarse en trámites del evento y el “promotor” conserva un mayor porcentaje de lo que los patrocinadores le dan, contribuyendo a disminuir la calidad de los pleitos y agravar el problema.

POCOS RESISTEN
En los últimos años, muchos han intentado ser apoderados, promotores o ambos roles, pero pocos han resistido como Rogelio Espiño, quien lleva en esto 16 años y es el promotor más destacado de este siglo en Panamá. “Yo no le llamaría negocio, sino actividad, ya que son más las decepciones que las satisfacciones; sin embargo, trato de quedarme con las experiencias buenas”, dijo Espiño en una entrevista reciente, agregando que “ésta actividad es para mí como una obligación, y siento que en el momento que vea la posibilidad de dar un paso a un lado, que la actividad continúe y los boxeadores cuenten con otro respaldo”.
Las palabras de Espiño causan alarma, ya que su eventual retiro del boxeo pondría en peligro la actividad deportiva que más satisfacciones le ha dado a Panamá.

LOS BOXEADORES LOS NECESITAN
El ejemplo más claro de la diferencia entre tener o no a un manager lo vemos en los hermanos Alejandro y Jezreel Corrales. Alejandro comenzó primero y a pesar de exhibir habilidades similares a la de su hermano menor, no tuvo la guía de un apoderado, y hoy tiene un modesto récord de 10 victorias, 16 derrotas y 2 empates, se ha medido a los más peligrosos rivales, ya que no tenía un representante que velara por pleitos nivelados o a su favor.
Jezreel en cambio, tuvo desde su inicio la ayuda de su apoderada Lesbia de Moss y el promotor Espiño, ha ganado 21 combates y ha perdido solo uno, es el Súper Campeón del Mundo y fue escogido “Boxeador del Año” en Panamá por segunda ocasión consecutiva.