Fernando Revuelta Atleta UNDER ARMOUR Sub-Campeón Nacional de Maratón www.runninginpanama.com |
Los años no perdonan, y es obvio que todos los runners que estamos ya en edad master o veterana notamos en nuestro cuerpo diferentes cambios y adaptaciones según va pasando el tiempo. Conversando con compañeros y amigos de ruta de similar edad, la gran mayoría destaca que ha notado en su fisiología tres cambios principales, a saber: en primer lugar la pérdida de velocidad, ya que en las series y competencias de distancia corta uno siente que no es capaz de alcanzar los veloces ritmos de décadas pasadas, y se ve superado cada vez con mayor facilidad por atletas jóvenes y noveles; en segundo lugar la tardanza en la recuperación, ya que el cuerpo no asimila como cuando se es más joven las fuertes cargas, lo que provoca que cada vez se haga más necesario intercalar días de trote suave y regenerativos entre jornadas de calidad, así como del mismo modo después de una dura competencia se requiere también de más tiempo para recuperarse del esfuerzo; y en tercer lugar, algo que también es común, la presencia cada vez más frecuente de enfermedades y molestas lesiones que interfieren con la práctica deportiva.
Hay una frase muy popular entre los atletas veteranos, en el sentido de que “un atleta master no lo es si no convive con algún tipo de lesión”. Y es que un gran porcentaje de los atletas corredores mayores de 40 años han sufrido durante su vida diferentes procesos asociados a lesiones deportivas, muchos de los cuales han dejado algún tipo de secuela o limitante para el futuro. Son como pequeñas cicatrices que van formando nuestro historial y siempre estarán ahí para recordar que debemos cuidar y dar descanso a nuestro cuerpo, o ese esfuerzo acabará por pasarnos factura. Así para los fondistas veteranos, el arrastrar pequeñas molestias y lesiones no deja de ser algo consustancial con su carácter. Si un corredor master tuviera que detener sus prácticas cada vez que siente un ligero problema, estaría la mayor parte de la temporada fuera de forma en el dique seco. Por ello los atletas veteranos se acostumbran a “manejar” las molestias, es decir, adecuar los entrenamientos en cuanto a intensidad y duración a las circunstancias concretas, con el objetivo de salvar esos días o semanas malos y poder volver a entrenar en plenas condiciones a la mayor brevedad posible. Y es que para un corredor master, cuando comienza una nueva temporada, lo más importante de salida es mantenerse activo, y no engrosar la lista de corredores que año tras año optan o se ven obligados a colgar definitivamente las zapatillas.
A diferencia de los corredores veteranos, para los corredores noveles las lesiones son en la mayoría de las ocasiones procesos inesperados e incomprendidos, sobre los que no se tiene mucha información en cuanto al diagnóstico o tratamiento adecuado. El sufrir una lesión supone enfrentarse a un enemigo por lo general nuevo, a una situación en la que el aspecto psicológico afecta a la persona en su desánimo tanto o más que en el propio plano físico. Por ello se acude con frecuencia a pedir consejo e información a amigos e incluso a través de redes sociales como si se tratara de un diagnóstico virtual, lo cual puede ser más perjudicial a la larga que beneficioso. La capacidad y formación de un especialista no se podrán suplir por muy buena voluntad que haya con las experiencias previas de otro fondista.
CATÁLOGO DE LESIONES
Entre los corredores de ruta hay lesiones que se repiten con mucha frecuencia y cuyos nombres acaban siendo parte del diccionario runner. Comenzando en la cintura, nos encontramos con el síndrome del piramidal o pseudociática, la cual es una lesión muy incapacitante y dolorosa no solo para la práctica deportiva sino para el resto de las actividades diarias. En cuanto a la rodilla, para un corredor es una de las zonas de mayores problemas por la gran cantidad de tendones y ligamentos involucrados, siendo el síndrome de la banda iliotibial una de las lesiones de peor pronóstico y más larga evolución. Gemelos y sóleos están sometidos también a mucha presión y las roturas de sus fibras son comunes, aunque con una buena recuperación se superan satisfactoriamente. En la parte contraria a estos grupos musculares, la periostitis afecta a la membrana que rodea la tibia, con inflamación muy dolorosa y limitante. Ya en el pie, la tendinitis de aquiles es la reina de las lesiones sobre todo en maratonistas, con tratamiento complejo y de muy incierto resultado. Por último, la fascitis plantar es quizás la lesión más de moda actualmente entre los runners, con fuertes molestias en el arco del pie sobre todo después de haber estado en reposo, pudiendo ir acompañada incluso de la formación de un espolón calcáneo.
OPTAR POR LA PREVENCIÓN
La mayoría de las lesiones que sufrimos los atletas se podrían evitar si incorporáramos a nuestros entrenamientos rutinas preventivas. De partida debemos poner cuidado al equipamiento básico de un corredor, en especial el calzado. En las tiendas especializadas nos pueden realizar un test de pisada gratuito para determinar qué tipo de corredor somos, pronador, neutral o supinador, y adquirir zapatillas adecuadas. El calzado aunque sea el correcto sufre un fuerte desgaste y deberemos descartarlo cuando pierda su capacidad de sujeción y amortiguación, lo que puede suceder cada 500 o 600 kilómetros. Alternar 3 o 4 pares de zapatillas dependiendo del terreno e intensidad del entrenamiento es lo realmente idóneo. Un buen calentamiento de los diferentes grupos musculares y rotaciones de las articulaciones antes de correr también es básico para evitar gran parte de los problemas asociados a roturas y fricciones. Los estiramientos al terminar la sesión son así mismo fundamentales para dejar nuestra musculatura relajada y lista para el siguiente entreno. Y por último, la importancia de una buena alimentación y descanso para que nuestro cuerpo se recupere de modo óptimo entre sesiones, sobre todo aquellas que son más intensas y donde sufrimos un mayor desgaste. Los suplementos nutricionales deportivos son un buen complemento para acompañar nuestra alimentación, evitando la carencia de minerales y vitaminas esenciales para el correcto funcionamiento de nuestro organismo.