Final del relevo masculino 4×100 metros en los Juegos
Olímpicos, Río 2016. (AP Photo / Lee Jin-man)
La pregunta que da título a este artículo es una de las que más debate genera entre atletas, técnicos e investigadores.
A pesar de que se han realizado, hasta la fecha, numerosos estudios con el ánimo de dar una respuesta definitiva sobre el tema, no existe un consenso respecto de si la condición de velocidad en un deportista proviene de aspectos relacionados con su pasaporte genético y antropometría, o es derivada de la calidad y tipo de entrenamiento realizado. ¿Es Usain Bolt entonces un portento de la naturaleza, o un corredor que desde niño ha seguido un metódico entrenamiento para llegar a ser el rey de la velocidad? Quizás la respuesta más correcta sea decir que igual de importante es una cosa como la otra. “Sin tener unos buenos mimbres, es imposible fabricar una buena canasta”.
ESTUDIOS CIENTÍFICOS
Hace solo unos años se realizaron estudios en las universidades de Burnaby y Pensilvania en Estados Unidos, donde se examinaron las características antropomórficas de deportistas pertenecientes a diferentes disciplinas, de distancias cortas y de fondo. Entre las principales conclusiones que constataron es que los corredores de velocidad, generalmente tienen los dedos de los pies más largos, sobre todo el dedo gordo, que los del resto de atletas. Así, la longitud media de las falanges de los velocistas es de 8.2 centímetros frente a los 7.3 centímetros del resto de corredores. Otra particularidad de los velocistas sería que su tendón de Aquiles, pieza fundamental a la hora de generar potencia en la zancada, es de media un 25% más corto que el de corredores de fondo. Esto tendría en la práctica gran trascendencia, ya que los velocistas podrían retrasar la contracción del músculo y desarrollar más velocidad.
ECTOMORFO Y MESOMORFO
Con estos dos términos se denomina el biotipo de las personas, es decir, su aspecto general. Las personas ectomorfas se caracterizan por tener una pequeña estructura ósea y ser generalmente delgadas. Este biotipo se corresponde con el de los atletas de África del Este, como keniatas y etíopes, que actualmente son los grandes dominadores de las pruebas de fondo a nivel mundial, y que poseen extremidades inferiores largas y delgadas, las cuales ocupan gran parte de su cuerpo. Las personas mesomorfas en cambio suelen ser de elevada estatura y porte. Así los atletas de velocidad se corresponden con sujetos de amplia estructura ósea y musculatura muy definida en todo el cuerpo, incluyendo los brazos, tórax y piernas. Esto es típico en los atletas de África Occidental de naciones como: Nigeria, Camerún o Angola, y también en velocistas descendientes de éstas etnias presentes en Estados Unidos, Reino Unido y países del Caribe como Jamaica. Usain Bolt, Asafa Powell o Yohan Blake, serían claros ejemplos de biotipo de velocista.
FIBRAS MUSCULARES
Los músculos del cuerpo están conformados por diferentes tipos de fibras que se clasifican en rápidas, lentas e intermedias. Las rápidas se contraen muy rápido después de ser estimuladas, tienen un gran diámetro, y se agotan con rapidez. Por el contrario, las fibras lentas, también denominadas “rojas”, demoran tres veces más en contraerse que las rápidas, tienen diámetro reducido a la mitad respecto de éstas, y pueden trabajar sin fatiga por largos periodos de tiempo. Las intermedias por último, comparten características de ambas. Son precisamente estas fibras intermedias las que podemos adecuar en mayor grado, para que trabajen como fibras rápidas o lentas dependiendo de la modalidad de entrenamiento que realicemos a largo plazo. En consonancia con esta idea anterior, los estudios científicos llevados a cabo en centros de alto rendimiento deportivo han constatado que los velocistas tienen un porcentaje de fibras rápidas y explosivas en su cuerpo del 70 al 80%, mientras que en los corredores de maratón, por ejemplo, predominan las fibras lentas en similar proporción, lo que les permite economizar su gasto de energía al correr durante mayor tiempo.
GENÉTICA Y ENTRENAMIENTO
La mayoría recordamos nuestros tiempos de escuela, y cómo en las clases de gimnasia cuando nos ponían a correr, había algunos compañeros del salón no tenían aptitudes físicas aparentes, incluso con exceso de peso, y eran capaces de correr muy deprisa distancias cortas, mientras que, en distancias más largas se rendían enseguida. Esto que podría parecer una simple anécdota, esconde las verdades del rendimiento deportivo: la predisposición genética y la capacidad innata de algunas personas para destacar en ciertas modalidades deportivas.
Pero aunque tener una buena genética es el punto de partida para un velocista, esa capacidad innata hay que desarrollarla mediante un entrenamiento adecuado, que será el elemento clave que finalmente hará la diferencia entre que algunos atletas lleguen a ser Campeones y otros no. Por ello, es importante descubrir el talento de los corredores de velocidad desde jóvenes, como sucedió con Usain Bolt en su pueblo natal, cuando un entrenador se percató de sus increíbles cualidades para la velocidad, mientras se ejercitaba de niño.
Las sesiones de entrenamiento de un velocista son exigentes, incluyendo esfuerzos intensos en la pista, y duras sesiones de gimnasio, al objeto de mejorar la fuerza y la potencia. Tener una buena salida y técnica de carrera es vital para un corredor de velocidad, ya que unas pocas centésimas en la línea de meta harán la diferencia entre ser un atleta élite o uno del montón. La carrera deportiva de un velocista no es sencilla, ya que el nivel tope de rendimiento se puede mantener por pocos años, a diferencia de los fondistas que tienen una carrera más longeva. Y es que para un velocista, después de llegar a la edad de máximo de desarrollo, el paso de cada año será inevitablemente un lastre.