La publicidad y marketing pueden dar falsas expectativas en algunos productos alimenticios a nivel nutricional.
El consumidor puede confundirse y elegir un producto creyendo que es sano cuando en realidad no lo es. Es importante alertar sobre esta problemática que concierne la publicidad opaca y el etiquetado engañoso.
Pon atención en la etiquetada nutricional de los alimentos que indican estar fortificados con vitaminas y minerales
Muchos alimentos en sus empaques indican que tienen hierro y vitamina A en letras grandes, pero la información nutricional, que es la más importante, viene siempre en letras pequeñas y difíciles de entender, para la mayoría de las persona. Al revisar cuánto contiene de azúcar, pueden llegar a tener hasta 36 gramos en un jugo, y esto es demasiado para un niño. Tal vez pensamos que no le daremos a nuestros hijos una soda porque contiene mucha azúcar, y que es mejor darle este jugo con vitaminas, sin darse cuenta que tiene contiene lo mismo y que el 35% de fruta corresponde a solamente ocho gramos de fruta, por el tamaño de la porción. Otras leyendas como leche enriquecida con calcio y vitamina D, la leche ya tiene todo eso! Está claro que esta gama de alimentos se ha creado más por los valores estéticos que por lo saludable y ha hecho que la sociedad crea en ellos por sus propiedades, sean o no tan beneficiosas como dicen. Con una dieta equilibrada y bien planificada el consumo de la mayor parte de este tipo de producto no tiene sentido.
Productos bajos o libres de azúcar y de grasa
Si dice bajo en azúcares, revisa cuánta grasa tiene. Si dice bajo en grasas, mira cuántos azúcares tiene. Estos mensajes no significan que el producto sea bajo en calorías. Siempre hay que irse a la etiqueta, debe haber un balance entre ambos. Hay que tener precaución con estos aspectos, en especial, si quien está buscando estos productos es una persona con diabetes que tiene que tener un control de los azúcares que consume, porque tampoco le favorece consumir una dieta elevada en grasas, el riesgo que tienen a desarrollar dislipidemias. Una persona con dislipidemia*, y que se enfoque en buscar productos bajos en grasas, tiene que controlar los azucares que ingiere porque el cuerpo transforma el exceso éstos en grasas.
De manera general, una persona debe consumir 65 gramos de grasa total al día, en donde no más de 20 deben ser grasas saturadas. Al leer el etiquetado nutricional, se debe buscar que por cada porción brinde 3 a 5 gramos de grasa total, y 1 a 2 gramos de grasa saturada, para que sea considerado como un producto controlado en grasa.
Con relación al azúcar, la Organización Mundial de la Salud recomienda consumir hasta 5% de las calorías totales, que provengan del azúcar. Lo que representa: 6 cucharaditas de azúcar para hombres, 5 para mujeres y 4 para niños. Esto significa que un producto para ser controlado en azúcar debe tener de 5 a 7 gramos de azúcar por porción.
¿Qué quiere decir que un producto sea light?
Que tiene un 30 por ciento menos de calorías que el producto original. No significa que no tenga grasas, ni azúcares. Si el original tiene 1000 calorías, el light tiene 700. Lo que se quiere dar a entender que hay productos, altos en calorías, y al ser light seguirán siendo una fuente importante de calorías. Si consumes jugos, snacks, galletas y demás productos light y no controlas las cantidades, puedes estar sobrepasando con creces lo que habitualmente consumías.
Alimentos ricos en fibras e integrales
La fibra es reconocida por los beneficios que le ofrece a la salud, tenemos la tendencia a pensar que si el producto es integral, tiene menos calorías. Esto es un mito que debemos erradicar. Podemos encontrar en el mercado panes, cereales y galletas integrales que apenas contienen 1 ó 2 gramos de fibra por porción, y para que un producto sea excelente fuente de fibra debe contener al menos 5 gramos de esta. Sin dejar de lado que la fibra le da una textura reseca al alimento, siempre que un producto sea alto en fibra verifica que no sea alto en grasa, ya que se tiende a añadir más grasa, para mejorar textura o azúcares para realzar sabores.
Tamaño de porciones
Los fabricantes pueden jugar con el tamaño de la porción para que su producto, tenga un nivel aceptable de nutrientes, pero las porciones que proponen en el etiquetado son realmente pequeñas y no son porciones reales y generalmente se come porciones mayores que las descritas en el etiquetado. Otra estrategia que confunde es colocar la información del valor nutritivo en una porción de 100 gramos, cuando el paquete contiene más de 100 gramos, y no lo especifican en el etiquetado. Tendrías que sacar tu calculadora en el supermercado y calcular por regla de tres el contenido de nutrientes y estimar el número de porciones que trae el empaque, lo que sería engorroso y la mayoría de las personas no realizan cálculos matemáticos al leer las etiquetas de los alimentos.
Definitivamente, la presentación y leyendas llamativas en las etiquetas de los alimentos pueden ser una buena herramienta para seleccionar alimentos de calidad, o simplemente ser una táctica publicitaria para confundir al consumidor y hacerle creer que son alimentos saludables. Un nutricionista dietista, puede ayudarte a comprender e interpretar el significado de la etiqueta nutricional, indicarte cuáles son los ingredientes que debes evitar en tu alimentación, y así no caer en las falsas expectativas que algunos productos ofrecen.
*Es quien tiene alterado los valores en sangre de triglicéridos y colesterol, cuando esto ocurre hay un mayor riesgo de desarrollar enfermedades del corazón, por lo tanto, requieren un enfoque hacia la búsqueda de productos bajos en grasas, y además tienen que controlar los azúcares que ingiere porque el cuerpo transforma el exceso de azúcares de la alimentación en grasas.
Fanny Cardoze
Nutricionista Dietista
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