Por: Fernando Revuelta

Maratonista

Atleta Brooks

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Fotos cortesía de Pia Cabassa

Cada vez un mayor número de aficionados al running sufren de lo que se denomina en terminología anglosajona como “Post marathon blues”, un estado similar a la depresión que aparece después de correr un maratón, independientemente de que se haya logrado alcanzar el objetivo buscado. Aunque la depresión post maratón es una condición que puede afectar a cualquier corredor, resulta más frecuente en aquellos que se enfrentan por primera vez, a la distancia de 42 kilómetros.

CONCEPTO Y SÍNTOMAS

La depresión post maratón se identifica con una pérdida de motivación por parte del maratonista, una sensación intensa de vacío y apatía que contrasta con la excitación y adrenalina acumulada durante las semanas previas al evento.

Entrenar para correr un maratón supone un enorme sacrificio, constancia y esfuerzo. Los maratonistas pasan meses poniendo sus rutinas en función de sus entrenamientos, incluyendo la alimentación, el horario de descanso y la asistencia a eventos sociales. Todo gira en torno del maratón, esto marca el norte de toda actividad. De manera gráfica, se podría decir que un corredor que se prepara para correr los 42 kilómetros “desayuna, almuerza y cena maratón”.

La depresión post maratón se suele presentar después de pocos días de participar en una maratón, y sus síntomas pueden durar pocos días, a varias semanas o incluso meses.

Entre los síntomas que los maratonistas describen asociados a éste tipo de depresión están la falta de deseo por volver a correr, sensación de tristeza y melancolía, trastornos alimenticios –por falta de apetito como por apetito descontrolado-, alteraciones del sueño y apatía para iniciar nuevos proyectos.

El fenómeno de la depresión post maratón se acrecienta en muchos casos por el hecho de que la competencia se realiza en otro país, por lo que se hace coincidir con un viaje de vacaciones. Tiene mucha lógica que después de estar de vacaciones conociendo lugares nuevos y disfrutando del paseo, se caiga en cierta depresión cuando se retorna a la rutina del trabajo o estudios.

AYUDA Y SOLUCIONES

Igual que durante los largos meses de preparación para un maratón el apoyo de familiares y amigos resulta fundamental para mantener la motivación, para superar la depresión post maratón es también importante contar con ese soporte y comprensión. Por ello, no debe darnos vergüenza o aprehensión compartir con nuestro círculo íntimo lo que sentimos y nos está afectando. Guardárnoslo no es la solución.

Las acciones que se pueden tomar para sobreponerse a la depresión post maratón y que han demostrado ser efectivas incluyen:

  • Volver a realizar ejercicio físico de manera progresiva, sin presiones y anteponiendo el carácter lúdico sobre el competitivo. Si correr no nos apetece, podemos sustituir la carrera por otras modalidades como ciclismo, natación o senderismo.
  • Aplicar o registrarse a otras maratones que se vayan a celebrar en un futuro no tan lejano y que puedan suponer un nuevo reto o desafío personal. Si otra maratón no nos motiva, quizás nos estimule completar una prueba de mayor distancia (ultramaratón), una competencia de montaña en trail o un circuito de carreras.
  • Integrarse en un nuevo grupo de entrenamiento, conocer nuevos runners y correr en lugares y rutas diferentes a los habituales para salir de la monotonía.
  • Compartir con otras personas la experiencia que vivimos durante las semanas de entrenamiento, el viaje a la prueba -si fue en el extranjero-, y la crónica de la propia competencia. Ver fotos y recordar todo el proceso que conlleva correr un maratón puede elevar nuestra autoestima y convencernos de que, independientemente de haber logrado o no el tiempo buscado, fuimos capaces de aceptar el reto que siempre supone afrontar una prueba tan dura y exigente.
  • Iniciar proyectos y actividades para los cuales durante meses no hemos tenido tiempo debido a la apretada agenda de entrenamientos (reparaciones domésticas, aprender o perfeccionar un idioma, tocar un instrumento musical o hacer más vida familiar y social). Lo importante es volver a tener propósitos que den una estructura y sentido a nuestro día a día.

DESDE LA EXPERIENCIA

Personalmente no recuerdo haber sufrido episodios de depresión post maratón durante mi trayectoria como corredor, con excepción quizás de mi primera maratón hace más de 30 años de la cual pocas imágenes quedan en mi mente. Quise por lo tanto pedir la colaboración de otros maratonistas para que compartieran su experiencia al convivir con este síndrome y el modo en que lo superaron. Por lo descriptivo y apasionado de su relato, les comparto la historia como maratonista de Pia Cabassa, una atleta del team Fieras muy querida en la comunidad runner, un magnífico ejemplo de la montaña rusa de sensaciones que supone para un corredor preparar y correr una maratón.

PIA CABASSA: “Empecé a correr en el 2014 y desde ese entonces no he parado. Como todos, empecé con una inocente carrera de 5 kilómetros y al terminar supe que necesitaba ir incrementando la distancia para ponerme a prueba. Ese mismo año llegué a la distancia de Media Maratón, allí me quedé por varios años sin pensar en la idea de completar una Maratón.

A finales del 2017 estaba apoyando como de costumbre a los corredores en la ruta de la Maratón Internacional de Panamá y me dije, ¿Cómo es posible que llevo años corriendo sin parar, y no sé qué se siente al correr una Maratón? ¡Necesito hacer al menos una en mi vida!, “El 2018 será mi año.” Pocos meses después ya estaba inscrita en mi primera maratón, Las Vegas Rock & Roll Marathon en noviembre del 2018. Al estar inscrita desde febrero tuve muchos meses para mentalizarme, para entrenar y para dejar las dudas a un lado. El día de la carrera no les miento, sufrí mucho y sentí que fue una carrera sumamente difícil, solo podía pensar en que quería terminar y también me preguntaba ¿Cómo era posible que alguien disfrutara tal sufrimiento? A partir del kilómetro 35 me dolía desde la espalda hasta la punta de los pies, pero sabía que llegaría a la meta y estaba muy segura que al cruzar esa meta iba a querer inscribirme en otra. Y así mismo fue, llegué a la meta extremadamente emocionada y con lágrimas de felicidad en los ojos por cumplir algo que pensaba era imposible para mí, y dos meses después ya estaba inscrita y con boleto aéreo para mi segunda Maratón en Lima, Perú, en mayo del 2019. Nunca dejé de entrenar, llegué de Las Vegas y seguí corriendo frecuentemente para llegar en forma a cuatro meses de preparación antes de la maratón. Esta vez entrené distinto, más días de series, más volumen de kilómetros semanales y descansos activos. Estuve enfocada, no falte a ningún día de entrenamiento (cosa que a mí me da orgullo), me sentía súper segura, con la mente fuerte, pude ver mi progreso en los meses de entrenamiento y los resultados el día de la carrera. La disfruté de inicio a fin, corrí contenta, fuerte, sin dolor y lo mejor de todo, bajé mi tiempo anterior por 32 minutos, para mí fue una gran victoria.

Al terminar la maratón en Perú, ya sabía que iría a Chicago en octubre del mismo año porque había salido en la lotería, así que tampoco tuve mucho descanso, estaba a menos de cinco meses del siguiente reto, pero emocionada. Entrené igual de duro para esta carrera, bastante volumen de kilómetros semanales y enfocada de inicio a fin, aunque esta vez sí sentí algo de nervios los días previos a la carrera, a diferencia de Perú, ya que era una Major (una de las 6 maratones más importantes del mundo), y por alguna razón este tipo de carrera te hace sentir extremadamente importante. Es muy emotivo poder participar de un evento donde hay 45,000 corredores y un millón de espectadores apoyándote desde la partida hasta la llegada.

No estaba segura qué sentiría al llegar a la meta, a parte de extrema gratitud por estar ahí junto a mi padre. Dejé que el momento llegara, para saber si lo quería hacer una cuarta maratón, o descansar de las largas distancias por un tiempo. Para mi sorpresa, crucé la meta feliz con mi resultado y segura de que ya no quería hacer más maratones por un tiempo. Solo quería correr por placer y sin estrés, distancias cortas en los siguientes meses. Recuerdo que después de cruzar la meta hasta a mi entrenador y amigos les dije, “no más maratones por ahora, ya estoy agotada”, pero solo me tomó seis horas de ese mismo día para decidirme que en el 2020 quería hacer otra maratón (risas).

Ahorita está en mis planes hacer una maratón a finales del 2020, no estoy segura cuál ni dónde, solo cumpliré mi palabra. Hace dos semanas crucé la meta de mi última maratón. Puede sonar exagerado, pero me siento rara y triste, todos los días hago mi mochila para hacer deporte después del trabajo, pero no es lo mismo, no hay objetivos, no hay planillas diarias que cumplir y no hay una meta emocionante esperándome al final. Eso de Post Marathon Blues es totalmente cierto, lo estoy sintiendo al escribir esta nota.

Hace tres maratones en 11 meses, así que tuve un año llenísimo de emoción, motivación, logros, sacrificios, aprendizaje, ansiedad y nervios (pero de los buenos) y sobretodo enfoque para lograr lo que me propuse. Por un año entero, mi tema de conversación fue de maratones y los fondos del fin de semana. Mi vida prácticamente giró en torno a esto, no sé los demás, pero yo lo disfruté y amé este proceso. Lo único que me tranquiliza es que a finales del 2020 seré maratonista por cuarta vez si Dios me lo permite; hasta entonces, no me queda más que buscar otras metas de running a corto plazo”.