La primera vez que un combate de boxeo se transmitió en directo por televisión fue el 11 de agosto de 1932, cuando Benny Leonard derrotó a Paulie Walker en Brooklyn, New York.
Por: Héctor Villarreal
Periodista especializado en deportes
Desde ese momento quedó claro que la opción de poder ofrecer imágenes en vivo de esos emocionantes espectáculos deportivos a una audiencia, varias veces superior a la capacidad del sitio donde se realizaban, convertiría al boxeo profesional en un negocio de dimensiones incalculables.
De la mano con el crecimiento de la industria televisiva, se desarrolló el negocio de las transmisiones de boxeo que se benefició de la incorporación de los últimos adelantos técnicos, como las repeticiones lentas, las imágenes a colores y las señales vía satélite, las cuales incrementaban considerablemente los costos de producción, pero brindaban la posibilidad de multiplicar la audiencia meta.
Esa fórmula fue explotada por primera vez el 1 de octubre de 1975, cuando la empresa HBO contrató señal de satélite para transmitir en directo las imágenes del tercer y decisivo combate entre Joe Frazier y Muhammad Ali, este último considerado por muchos la máxima figura del siglo pasado en este deporte y el primero en cobrar, gracias a la televisión, bolsas que alcanzaban y excedían el millón de dólares.
Nace el pay per view
Este hecho marcó el nacimiento del actual sistema de pago por ver o en inglés pay per view (PPV), aunque al principio se usaba el término «circuito cerrado», que consistía en enviar la señal vía satélite a cines u otros sitios selectos donde se presentaba al público en pantallas de gran tamaño.
Esta tendencia de consumo por pago se fortaleció por las dificultades que enfrentaba la televisión «abierta», entre estas, las exigencias legales aplicadas a los anuncios de cigarrillos y bebidas alcohólicas que en la mayoría de los casos eran los principales patrocinadores del boxeo.
Otro aspecto que afectaba a los patrocinadores era que mientras más sobresaliente eran los boxeadores estelaristas, mayores probabilidades existían que los combates terminaran en los primeros asaltos y no dieran tiempo a exponer todos sus anuncios.
El máximo ídolo del boxeo panameño, Roberto «Manos de Piedra Durán», también fue protagonista de esa etapa inicial del cobro al espectador y se ha reportado que la pelea en la que acabó con el invicto de «Sugar» Ray Leonard, el 20 de junio de 1980 en Montreal, Canadá, era ofrecida por los sistemas de cable a un costo de $10 y llegó a recaudar alrededor de 155 mil dólares.
El crecimiento de las redes de suscriptores de cable y satélite, apoyados en la innovaciones tecnológicas, contribuyeron a que el PPV evolucionara hasta convertirse en el sistema que hemos conocido en los últimos años, permitiendo que el cliente realizara el pedido mediante una llamada telefónica o utilizando el control remoto.
Consecuencias del PPV
El auge televisivo del boxeo trajo consigo beneficios y también complicaciones. Los protagonistas de los pleitos más esperados se vieron favorecidos al cobrar sumas multimillonarias y el mundo entero ha aportado con sus pagos a las bolsas de los más destacados, entre ellos Mike Tyson, Julio César Chávez y más recientemente Oscar De La Hoya, Floyd Mayweather y Manny Pacquiao.
Durante ese período surgieron nuevas entidades rectoras de campeonatos mundiales, las cuales ya superan la docena, sobresaliendo en reconocimiento las que se distinguen por las siglas de AMB, CMB, OMB y la FIB y que en su momento, respondían a la demanda de peleas importantes por parte de las cadenas de TV paga para poder ofrecer a sus suscriptores eventos atractivos con mayor frecuencia.
Por otro lado, las más poderosas empresas promotoras se han valido de recursos legales, tretas y mañas para asegurar la exclusividad de los boxeadores más carismáticos y famosos y así ofrecerlos a las cadenas que venden la señal de los eventos.
Este sistema logra mayor ganancia con una menor audiencia, aportando grandes beneficios a pocos boxeadores, ya que al momento de ofrecer un evento a los suscriptores se requiere de peleadores famosos y de gran atractivo que justifiquen el precio a pagar, que generalmente ronda los 50 dólares.
Los boxeadores de ese nivel son cada vez más difíciles de encontrar, pues como opinó Juan Carlos Tapia en su programa de boxeo, «El PPV está evitando que los grandes combates de boxeo sean vistos por las clases humildes, que es de donde usualmente surgen los boxeadores. Debido a los altos precios que cobran, pocos jóvenes de escasos recursos pueden observar a estos boxeadores y admirarlos para tratar de imitar su ejemplo en una carrera deportiva».
La escasez de retadores ha acrecentado el valor en el mercado televisivo de estrellas como el filipino Manny Pacquiao, cuya tercera pelea contra el mexicano Juan Manuel Márquez, celebrada el 12 de noviembre del año pasado, le representó una bolsa de 25 millones de dólares y una suma similar en ingreso adicional correspondiente a su porcentaje de la venta del PPV.
La fórmula mexicana
Un país en el que se sintieron los efectos negativos del PPV es México, donde el boxeo profesional estuvo ausente de las pantallas de televisión abierta durante 10 años, debido a que sus grandes peleadores como Julio César Chávez, Erick «El Terrible» Morales, Marco Antonio Barrera, Juan Manuel Márquez, Rafael Márquez, Jorge «El Travieso» Arce y Fernando Montiel estaban entre los preferidos de los compradores de eventos.
Las grandes cadenas de la televisión mexicana lograron darse cuenta del enorme mercado que estaban dejando escapar y en años recientes han decidido invertir en la compra de los derechos de las grandes carteleras para exhibirlas en señal gratuita. Se calcula que, la antes mencionada pelea Pacquiao vs Márquez III, tuvo una audiencia de más de 40 millones de hogares en el territorio mexicano a través de la señal abierta de TV Azteca.
Pero el retorno del pugilismo a la televisión tradicional en México no se limita a la compra de derechos de carteleras realizadas en el exterior, sino que TV Azteca y Televisa compiten en el patrocinio de carteleras organizadas por promotores en su país y aportan sumas que van desde 50 mil dólares hacia arriba por el derecho a televisarlas gratuitamente y con el compromiso de no hacerlo en vivo, sino con una o dos horas de diferido. Esta nueva inyección económica ha permitido desarrollar las carreras de sus nuevas estrellas como Julio César Chávez Jr. y Saúl «El Canelo» Álvarez.
Realidad panameña
Los teleespectadores panameños son afortunados porque prácticamente no han sentido los efectos de la modalidad de PPV y han sido testigos de la hazañas de todos los grandes boxeadores nacionales y extranjeros.
Las cadenas Medcom y TVN-TVMax transmiten al país, de forma gratuita, carteleras locales e internacionales. RPC, canal del grupo MEDCOM, realiza las transmisiones de las grandes carteleras fuera de Panamá a través de la empresa Protesa sin costo para el televidente, según lo ha manifestado el Sr. Juan Carlos Tapia de PROTESA.
Las transmisiones en ambas cadenas han beneficiado a la teleaudiencia panameña que por tradición ha mostrado gran interés por los encuentros de boxeo; sin embargo, las transmisiones locales afectan la calidad de los combates y por ende, el nivel de los peleadores que produce nuestro país. Y es que, a diferencia de México, los promotores panameños no reciben un pago en efectivo por los derechos de televisar sus eventos.
La transmisión de eventos boxísticos locales sin mayor competencia ha hecho que en las últimas décadas desaparezca, casi por completo, la figura del promotor de boxeo, pues dicha actividad está condenada a la pérdida de dinero y en su lugar son los mismos apoderados de boxeadores, de forma directa o indirecta, los que se encargan de organizar las carteleras para que sus pupilos puedan desarrollar una carrera, ingresar en las clasificaciones y llegar a disputar títulos mundiales.
La venta de los derechos para televisión es actualmente la principal fuente de ingresos para los promotores de boxeo y, al no contar con el suficiente respaldo en ese renglón, los apoderados/promotores panameños se enfrentan a un fracaso financiero casi seguro y se ven obligados a organizar carteleras extensas, en las cuales solo uno o dos de sus pupilos se enfrenta a verdaderos oponentes que representen peligro para sus aspiraciones, afectando el nivel de superación de los púgiles nacionales y la calidad del espectáculo que se le presenta a los espectadores que, cada vez, acuden menos a los coliseos.
En Panamá estamos a tiempo de implementar una estrategia que nos permita continuar disfrutando de los grandes eventos boxísticos por televisión abierta y que a la vez garantice la subsistencia del deporte que mayores satisfacciones nos ha brindado.