¿Diablo? ¿666? No, no se preocupen. Solo les queremos presentar un nuevo vino de la familia Casillero del Diablo y los posibles maridajes con esta misteriosa mezcla tinta.
Por: Concha y Toro
Wine Blog Concha y Toro
Fotos cortesía: Concha y Toro
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Si el Diablo existe o no es un tema para filósofos y teólogos. En la vida diaria uno conoce gente que cree en la personificación o el arquetipo del mal y otra que no. Pero, en todas las culturas y religiones hay conciencia que en la naturaleza las fuerzas se equilibran y tal como hay bueno y luminoso, hay también malo y oscuro.
¿Por qué este nombre tan fuerte para un vino? Mmm, ustedes saben sobre la leyenda de Casillero del Diablo. Hace más de 130 años, el fundador de la viña Concha y Toro, don Melchor de Casa Concha, tenía una cava privada donde reservaba una pequeña partida de los mejores vinos producían sus viñedos en Pirque. Sin embargo, muy pronto se dio cuenta que varias de sus botellas comenzaron a desaparecer. Don Melchor, un hombre inteligente y creativo, difundió el rumor que en su bodega “habitaba” el Diablo. Nunca más desapareció una botella de vino.
Este nuevo vino es muy misterioso. Lo poco que sabemos es que proviene de Maule y que la cosecha 2015 ya está disponible. Les puedo decir, además, que es una mezcla tinta de cepas nobles, pero los porcentajes exactos de sus componentes son un dulce secreto de su enólogo Héctor Urzúa.
El otro aspecto enigmático de este vino son sus números 666, conocidos como los números de la Bestia. En este caso, se refieren al tiempo de guarda en barricas de roble francés y americano: 6 meses, 6 semanas y 6 días. Para todos ustedes, que tienen miedo de este número, tengo una explicación totalmente opuesta que nos ofrece la numerología. 666 es una compilación de los atributos de energías del número 6, que incluye honestidad, integridad, humanidad, servicio, equilibrio, idealismo, altruismo, cuidado, curiosidad, amor profundo por el hogar y la familia, generosidad, agricultura, arte, gracia y compromiso.
Así me convence más todavía, porque con cada gota uno siente que el vino expresa fielmente esos suelos aluviales maulinos, el viento del sur y los rayos del sol que temperan las lomas del viñedo. Además, representa el trabajo en la bodega, que es el arte de reunir diferentes cepas para crear una sinfonía de aromas y sabores.
En la copa van a observar un color rojo intenso, casi negro. El vino brilla e invita a degustarlo con todos sentidos. En la cultura popular hay una conexión entre lo “diabólico” y lo sensual. Creo que ésa es la mejor explicación para el nombre del vino, porque desde la nariz hasta la boca esta mezcla es muy seductora.
Los aromas que pueden encontrar es un rico cóctel de frutos rojos y negros, como dulce frutilla, guinda madura, grosella negra y ciruela. Además, acarician nuestros sentidos otros aromas como chocolate, grano de café, especias, pimienta negra y vainilla. En la boca se presenta con la intensidad de sus frutos, con dulzor y jugosidad, como si mordiéramos unos berries recién cosechados. Además, es sedoso y equilibrado. Eso lo hace un buen vino para acompañar las comidas.
Realmente, es un vino especial para los carnívoros, a quienes les gusta la carne cocinada lentamente (me cuento entre ellos) y a los más dramáticos parrilleros. Es perfecto para un largo y festivo asado, donde parten con choripanes y prietas, siguen con una entraña con pebre y costillas de cordero caramelizadas, hasta el gran final con un lomo vetado jugoso, con su costra muy crujiente.
Sin embargo, a los vegetarianos también les tengo una buena noticia: este vino también va muy bien con todas las recetas que incluyen berenjenas, champiñones y porotos negros o rojos, o una compilación de los ingredientes mencionados.
A veces, hablando sobre comida picante, como el chile con carne mexicano o el rogan josh indio, mucha gente me dice que entiende por qué los vinos dulces se llevan tan bien con los sabores picantes. Pero no es lo suyo. Prefieren sufrir con un tinto que subraya el alcohol antes de elegir un blanco semi dulce. También los entiendo y les tengo grandes noticias. Diablo satisface todos los criterios para un maridaje con platos que pican: es un tinto que combina perfectamente con la proteína animal. También posee notas picantes o de especias. No es demasiado corpulento ni alcohólico, y su carácter ligeramente achocolatado va a mitigar el efecto del ají picante y de las especias de los platos.
Es un vino para disfrutar la vida sin culpa.