Muchos creen que estos dos nombres describen diferentes clones (plantas-madre) de Syrah e incluso dos distintas cepas. Pero Syrah y Shiraz no son dos variedades. Entonces, ¿por qué esta distinción?
Por: Ania Smolec / Wine blog Concha y Toro
Fotos: cortesía de Concha y Toro
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La Syrah es una cepa con carácter complejo y atractivo. Nadie sabe mucho sobre su origen, solo abundan sus mitos y leyendas. Algunos piensan que los romanos la llevaron al sur de Francia, otros afirman que su cuna es la antigua Persia. En realidad, lo fundamental que la Syrah se hace grande en Francia, particularmente en el valle de Ródano, en esas colinas que se levantan alrededor de un pueblo llamado Hermitage. Allí peregrinan los devotos de esta cepa para sentir, según ellos, la esencia de la personalidad de la Syrah.
Fuera de Francia, la Syrah está presente en muchas regiones vitivinícolas, como Sudáfrica y el Nuevo Mundo, (Estados Unidos y Chile). Es la sexta variedad tinta más plantada en el mundo. En la mitad del siglo XIX, los productores de vino de Australia viajaron al Viejo Mundo para ver este milagro rodanense. Llevaron la Syrah a las Antípodas y hoy es su variedad emblemática y el sostén de sus exportaciones, inundando mercados como el norteamericano a partir de los años 90, pero bajo el seudónimo, “Shiraz”.
¿Por qué los australianos comenzaron a llamarla de otra manera? No lo sé. Ya conocen a los aussies. Barbacoa en inglés es barbecue, pero ellos la llaman barbie. Cuando el resto del mundo dice don’t worry o thank you, ellos sonríen y utilizan para todos los casos la expresión “no worries”. Así son los australianos. Su personalidad es alegre, extrovertida y aparentemente despreocupada. Por eso tienen el coraje de rebautizar a un sacro francés, inspirándose, quizás, en el famoso pueblo de Shiraz de la antigua Persia.
Entonces, ¿de qué depende que un vino luzca el nombre Syrah o Shiraz en su etiqueta? Finalmente, se trata de una decisión comercial o de marketing. Muchas viñas del Nuevo Mundo se colgaron del gran boom del Shiraz de Barossa (Australia) para entrar en esa categoría de vinos en las estanterías. Incluso el francés Wild Pig escribía Shiraz con grandes letras, un sacrilegio, para algunos. Una jugada inteligente, para otros. Lo cierto es que hoy los productores eligen uno y otro nombre indistintamente, para marcar un estilo: Shiraz cuando sus vinos son de climas más cálidos, con notas ahumadas, dulzor de fruta y taninos redondos, y Syrah, cuando quieren seguir el estilo del Ródano, con vinos más frescos, elegantes y profundos, incluso con notas de flores, pimientas, minerales y hierbas, como muchos de los buenos Syrah chilenos de clima frío, como Limarí, Casablanca o San Antonio.
Recuerden: la Syrah es como un camaleón, tiene mil caras y colores. Dependiendo del terroir, puede desarrollar una multiplicidad de personalidades; por ejemplo, Marques de Casa Concha Syrah del Valle del Maipo es un vino con influencia andina. Esto se traduce en intensidad, pero al mismo tiempo mucha frescura y elegancia. Es como con un cóctel de frutas rojas y negras, notas de tomillo y aceitunas. Casillero del Diablo Shiraz, por otro lado, proviene de nuestros viñedos en el Valle Central, con un clima mediterráneo cálido con veranos muy largos. Es un vino jugoso, muy bien equilibrado, de buena textura y firmeza. Sus notas predominantes son frutas negras y dulces, como mora y arándano.
Lo más importante: la rica y estilosa Syrah es una cepa que no tiene solamente una cara, es como el cuento de las mil y una noches. El vino puede ser ligero y fresco, salpimentado, ideal para pescados grasos a la parrilla, pero la mayoría de las veces nos sorprende con una personalidad extrovertida y generosa, que solo pueden lidiar con carnes rojas con salsas de berries o derechamente con un buen cordero al palo. Salud por la Syrah… O Shiraz. Ustedes eligen.