Llegó agosto y con él, el tan esperado décimo tercer mes.
Fotos: Dreamstime
Debo confesar, que mientras fui asalariada planificaba cuidadosamente (con premeditación y alevosía), cómo invertir y gastar a manos llenas éste salario extra.
El décimo de abril era destinado en su totalidad a útiles escolares, viajes, vacaciones familiares de verano o para algún arreglito que se requería en el hogar. Muchos conocidos lo usaban para celebrar carnaval, y cubrir esos gastos de fiesta.
El de diciembre era para sacar los regalos y juguetes de navidad previamente abonados, para preparar la cena del 24 y 31 de diciembre, para comprar ropa nueva y también “bajar” el saldo de la tarjeta de crédito; sin embargo, el décimo de agosto era libre, no tenía compromiso, por lo que yo disponía de él a mis anchas.
Por muchos años, malgasté éste dinero de agosto en los publicitados baratillos, comprando maquillaje, perfumes, zapatos, carteras, faldas y blusas que resultaron guardadas y archivadas en una esquina de mi armario, piezas que finalmente terminé regalando o donando a caridad con la auto convicción de que me gusta ayudar a los más necesitados con esas prendas que ya no uso (o que nunca usé).
He pasado de asalariada a empresaria, y me he dado cuenta del verdadero valor del dinero, de lo que cuesta ser tú quién pague ahora las quincenas y décimos de tus empleados, y que ya no estoy en mi zona de confort.
Te comparto mis recomendaciones para que tus compras “impulsivas” sean menos arriesgadas y más inteligentes, ante un poco de dinero extra en tu cartera:
- Al ver esa cartera o zapato que tanto te gusta pregúntate: ¿realmente lo necesito? ¿Puedo vivir sin este top color turquesa? Repasa mentalmente tu armario, y encontrarás si tienes algo similar que nunca has usado, o si realmente vale la pena llevarlo.
- Ahorrar no significa comprar siempre lo que está en baratillo, es preferible que compres productos un poco más costosos, pero de mejor calidad.
- No compres moda pasajera, es decir, no compres esa falda de estampado de leopardo rosada pensando que te la pondrás más adelante, ya que eso nunca sucederá.
- No compres tallas más chicas o tallas más grandes a la tuya. Conoce tus medidas y no sueñes en que usarás ese jean al bajar o subir de peso.
- Usa todos los cupones y tarjetas de descuento que tengas, redime millas o aquellos bonos o incentivos por compras que hayas ganado anteriormente. No esperes acumularlos, ya que usualmente tienen fecha de vencimiento y te quedarás sin usarlos.
En fin, hoy después de tanto derroche acepto que soy una compradora compulsiva rehabilitada, mucho más consciente y menos consumista, sigo amando las vitrinas con anuncios rojos, los maniquíes recargados y esas invitaciones a tardes de compras y trunk shows que tanto me gustan; sin embargo, me he dado cuenta que debo ser más precavida, ahorrativa y planificarme antes de salir de casa a darme ese Shopping gustito.
Masstige!
Sandra Chiam
Mercadóloga
www.sandrachiam.com