Por: Ania Smolec 

Wine Blog Concha y Toro

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Fotos cortesía de Concha y Toro

En aspecto de tendencias, el vino se parece un poco al mundo del cine o al de la moda. Cuando comienza el nuevo año, hay cepas, estilos o regiones que marcan el camino. ¿Cuáles son las tendencias de 2018?

Sí, seguramente cada uno tiene sus preferencias en vino que son bastante firmes y no cambian con las modas. Sin embargo, quizás inconscientemente, estamos todos influenciados por las señales y corrientes que predicen los gurúes. ¡Las tendencias globales inciden en nuestras decisiones de compra! ¿Qué dicen los expertos? ¿Qué vamos a beber en 2018?

  1. Continúa el reinado de las burbujas: todavía es súper “trend” beber vinos espumantes. Las burbujas son sinónimo de elegancia, un gusto moderno y sofisticado. Cada vez más, vemos a la gente comiendo con vinos espumantes y no solamente sirviéndolos como aperitivo. En 2018 vamos a disfrutar de vinos como Subercaseaux Grande Cuvée con las comidas corrientes y comunes, eventos especiales o simplemente con un libro o una buena película.

  1. La vie en rose: desde hace varias temporadas, el estilo de vino rosé está muy a la moda. Es “ondero” servir una copa de vino como Casillero del Diablo Rosé para sus invitados o pedir una copa durante el almuerzo en un restaurante. ¿Recuerdan que siempre he destacado al vino rosado por su tremenda versatilidad con las comidas? Lo seguiré haciendo.

  1. La revancha del Chardonnay: a veces las cepas clásicas tienen su boom, regresan con toda la gloria o temporalmente desparecen. La cepa Chardonnay tuvo sus momentos altos y bajos, pero últimamente vuelve y la gente la disfruta mucho por su estilo clásico y versátil. En 2018 no puede faltar en su mesa un Marqués de Casa Concha Chardonnay.

  1. Nuevos horizontes: históricamente, Chile ha sido un país de Cabernet Sauvignon -rico y elegante- y en las últimas décadas de blancos frescos, como los Sauvignon Blanc del Valle de Casablanca. En 2018 los consumidores del mundo están interesados en otros estilos de vinos chilenos, como los que nacen en los extremos (norte y sur del país), tintos de clima frío, andinos y, sobre todo, costeros. En 2018 no olviden probar Marqués de Casa Concha Pinot Noir del Valle del Limarí.

  1. De vuelta al origen: vivimos en tiempos interesantes. El nivel de desarrollo tecnológico es avasallador, pero, por otro lado, la humanidad parece regresar a sus raíces y mirar cada vez con más atención los latidos de la naturaleza. En cada aspecto de la vida, observamos que los trends ecológicos se abren paso. No es diferente en el mundo del vino. Cada vez más la gente compra y bebe vinos naturales, orgánicos, biodinámicos o sustentables. Concha y Toro es conocido a nivel mundial por su tamaño y alcance global, pero también por ser líder en sustentabilidad. Sí, estamos conscientes de la naturaleza y queremos protegerla para las futuras generaciones.

  1. Raíces campesinas: cuando hablamos sobre cepas, siempre mencionamos las llamadas internacionales, presentes en muchos rincones del mundo del vino. Pero cada año más entran a la propuesta cepas autóctonas o de apelaciones que nadie nunca había escuchado. En Europa se redescubren vinos muy particulares de países como Georgia. En Chile su renacimiento pasa por regiones olvidadas por décadas, donde precisamente nace la cultura del vino chileno: Maule e Itata. ¿Ya probaron Marqués de Casa Concha País Cinsault? Es un vino que les puede contar historias sobre las más antiguas tradiciones chilenas.

  1. Vinos feministas: nosotras las mujeres hace bastante tiempo que nos sacamos el corsé y los vestidos largos. Sin embargo, a veces parece que igual, en pleno siglo XXI, tenemos que marcar nuestra presencia. Hay un fuerte movimiento en el mundo para comprar vinos elaborados por mujeres y subrayar que pueden ser igual de buenas enólogas que los hombres. Dicen que en 2018 vamos a comprar más vinos hechos por mujeres y recomendados por mujeres.

  1. Naturaleza indomable: cada vez más estamos más conscientes como consumidores del aspecto social en el mundo del vino. Por ejemplo, la gente simpatiza con regiones tocadas por incendios, como en Chile o California, o que han permanecido olvidadas por la historia, sufriendo por la indiferencia y los vaivenes del mercado. En 2018 seguramente los consumidores van a comprar más vinos de regiones rezagadas o que han sufrido con los embates del hombre y la naturaleza.