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Por: Ruben Villegas
Twitter: @RubenDVillegas

Son inquietos, curiosos, enérgicos y ocurrentes, a veces pueden sacarnos de casillas con sus “inventos”. Sin embargo son así, son niños. Esa enorme explosión y derroche de energía que inunda nuestros hogares para darnos sonrisas y miles de razones para creer en el futuro.
Queremos que los niños crezcan sanos y fuertes. No queremos pasar por visitas médicas a menos que sea sólo para chequeos rutinarios. Igualmente deseamos que sean felices, estables y que su desarrollo físico y mental sea pleno.

En época de vacaciones, el tiempo de ocio aumenta, no obstante se le puede sacar provecho si incorporamos al niño a actividades que contribuyan a aumentar sus intereses, destrezas físicas o intelectuales. Siempre y cuando las mismas sean de su agrado y no impliquen amenazas, castigos o chantajes emocionales. Queremos formar niños con criterio, que desarrollen madurez para escoger lo que quieren hacer y que sea productivo para ellos.

Existen planes vacacionales que pueden ayudarlos a mantenerlos activos, ejercitados y desarrollando capacidades de trabajo en equipo como campamentos de verano (beisbol, fútbol o básquetbol). O bien otros más “silvestres” con paseos o caminatas por parajes naturales que le permitirán una mayor conexión y conocimiento de la naturaleza.

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Estas actividades deben ser siempre del gusto del niño, y no obligada, pero siempre debe estimularse la participación en las mismas a través de incentivos. Algunos niños tienden a mostrar resistencia y prefieren el sedentarismo frente a la PC o la TV, otros simplemente quieren compartir ratos de ocio sin supervisión en solitario o con amigos fuera del hogar. Es aconsejable en estos casos solicitar asesoría de un profesional de la conducta para lograr el objetivo de una manera dialogada y con el consentimiento de los padres y el niño.

Otras alternativas son la participación en cursos de música, baile, pintura, manualidades, computación y escritura que puedan desarrollar las capacidades creativas e intelectuales del niño. Las mismas pueden generar un descubrimiento de intereses y habilidades desconocidas que pudieran ser muy satisfactorias en esta etapa.

Estas experiencias le darán la oportunidad al niño de explorar habilidades físicas e intelectuales de una manera más lúdica que la que vive en el ambiente formal de la escuela. Pueden desarrollar habilidades positivas para ganar amistades, afianzar valores como la lealtad, la solidaridad y la ecología, aparte de mantenerse activos para lograr un sano desarrollo físico Se conectan mucho más con la idea del entretenimiento y vacaciones sin detener su proceso de aprendizaje social y educativo, además de romper la rutina y evitar la pasividad intelectual y el sedentarismo que puedan traer consecuencias como la obesidad y el aislamiento.