En el actual mundo del siglo XXI, con la gran epidemia de obesidad en el mundo, la gente busca estar en forma ya sea por salud o por estética

Por: Julián Palacios

 

Los gimnasios hoy día se han convertido en un lugar donde las personas buscan salud y también es un sitio social y de liberación de estrés.  No todo el mundo libera el estrés con un trago en la mano en el happy hour del bar más cercano a la oficina.  Los gimnasios suelen ser muy divertidos; veamos algunos casos; no es con el fin de burlarse, sino de sacar el lado humorístico del asunto:
 
Desde que llegas al gimnasio; todo el mundo quiere estacionarse en la puerta; dicen que van a hacer  ejercicio y no quieren caminar unos 10 metros más para poder estacionarse cómodamente y sin problemas; me da mucha risa gente que se queja “tengo más de una hora en el tráfico, desde mi casa”, para irse a subir media hora en una bicicleta estática o correr sobre la banda; ¿no te hubiera sido más práctico caminar hasta el gimnasio y así aprovechar el tiempo muerto?
 
Al igual que en el parque, llegan las modelos; “lindas, delgadas, de buen vestir, de mirada esquiva y falso reír” (gracias Rubén por la canción “Plástico”); estas generalmente van a las máquinas de cardio, a hacer aeróbicos o tae-Bo, a las clases de pilates y si van al cuarto de pesas nunca agarran más de 3 kilos (ya no son libras de acuerdo a la ley de universalización de medidas vigente desde octubre); siempre maquilladas y perfumadas; parece que van a una discoteca en vez de ir a hacer ejercicio.
 
Llegas al cuarto de pesas y ésta si es una verdadera selva llena de toda clase de ‘bichos raros’ y en algunos gimnasios hasta de verdad huele a ‘tigre enjaulado’; te encuentras con ese personaje que tiene más músculos que ‘La Roca’ pero con voz de Justin Bieber; nunca falta ese que parece una nube con patas, lleno de copos en los brazos, pero las piernas como dos pedazos de bambú, flacas; está el que siempre quiere dirigirte y ayudarte, pero a él nunca lo vez haciendo un set completo ni con 5 kilos.
 
Nunca falta el bullero, ese que cada vez que hace una repetición gruñe, bufa y grita el número de cuantas lleva, “trrrresss uffffff, cuaaaatro argggg, ciiiiiiinco y así sucesivamente.  Está ese que suda más que pavo de navidad en horno y para colmo deja el banco todo mojado para que sea el que sigue el que lo tenga que limpiar; también está ese que nunca habla con nadie, a todos mira feo y nunca se quita los audífonos, es un personaje misterioso que hay en muchos gimnasios.
 
Recientemente se ha unido a la lista el chateador; este personaje que evolucionó por los avances del la tecnología que anteriormente se sentaba en una estación a leer una revista o el periódico y hoy día lo que hace es que se queda con su Smartphone actualizando su Facebook, twitteando, o sencillamente chateando incluso con otras personas que están en el mismo lugar; esto pasa en todas las disciplinas; lo triste es que tiene una fila de 5 personas que le piden el banco para hacer su rutina pero él no hace caso; está ‘conectado’.
 
Ya terminando la rutina te toca cambiarte en el vestidor del local; esta es otra odisea; nunca falta el viejo panzón que le gusta lucirse en su ‘traje de cumpleaños’ mostrando sus inmundicias al aire de todos los que están en el lugar; eso de que uno va al gimnasio a sacarse la M (mugre, mal pensados) no da licencia para dejar  los malos olores en el vestidor; por favor, más respeto con los otros visitantes.
 
Ya listo para salir, sabes que al día siguiente te dolerán partes de tu cuerpo que ni siquiera sabes como se llaman; pero volverás a ir y pagarás puntualmente tu mensualidad; esto es un verdadero ‘Pague Por Sufrir’.