En uno que otro artículo hemos escrito, efímeramente, sobre la masturbación. Esta vez nos dedicaremos a darle el lugar que le corresponde y descubrir lo que podemos desencadenar cuando nos aventuramos a tocarnos en busca de una respuesta sexualmente satisfactoria.
Por: Yaribeth Vásquez
Antes, me gustaría contarles por qué decidí escribir de este tema. Conversando con un grupo de amigos de infancia surgió el tema de la autocomplacencia, también llamada masturbación. En el coloquio, surgió una discusión entre una pareja de novios que todos pensamos eran casi, el uno para el otro.
¿La Razón? Él se sintió incómodo porque mi amiga expresó, de manera muy placentera, que le encantaba masturbarse con el chorro de la regadera y que, para ello, derrocaba la regadera para que la presión de agua callera más fuerte en su parte íntima. Así se reveló el misterio de la verdadera razón por la cual nuestro amigo siempre encontraba la regadera descubierta, él pensaba que a su novia le gustaba bañarse con la presión de agua fuerte.
Para no alargar la historia, él se sintió humillado, decepcionado y molesto, mientras ella aseguraba que eso no tiene que ver con que él no la satisficiera, sino que ella siente otro tipo de placer practicando esa forma de autocomplacencia cada vez que puede.
Increíblemente, siete, del grupo de 12 personas, sustentaban que la masturbación es cosa de adolescentes y que además es un irrespeto practicarla cuando se tiene pareja. Pues señores, su servidora, defendió a capa y espada la masturbación porque es la mejor forma de descubrir nuestras zonas erógenas y las formas que nos hacen estallar de placer.
Lo más importante es que tenemos la intimidad y paciencia para atravesar un espacio de curiosidad, hasta encontrar una nueva forma de llegar al ansiado clímax. Al final, esta práctica saludable termina por mejorar nuestro desempeño sexual porque primero debemos conocernos para entonces conducir a nuestra pareja a complacernos.
La medicina del sexo
A los incrédulos, les reto a que le pregunten a sus ginecólogos o urólogos las bondades de la masturbación. Se gana por todos lados, ayuda a conocer nuestro sexo, aumenta la satisfacción en la relación íntima de pareja (mejor amante), incrementa la autoestima, combate el estrés (ayuda a dormir), desinhibe al más tímido, mejora la eyaculación precoz y ayuda a aliviar el dolor menstrual por la relajación física y tonificación que ejerce sobre los músculos pélvicos.
Por otra parte estimula la creatividad y enriquece tus fantasías sexuales. En definitiva, merece ser coronado como el gran aliado del placer. Y después de conocernos, también podemos practicarlo con nuestras parejas no solo de la forma tradicional, sino motivándolos a que -con nuestras mismas técnicas- nos hagan despegar de placer.
Preparativos para una cita con nosotros mismos
No nos equivoquemos, ese contacto con nosotros mismos no debe verse a la ligera; de manera que hay que darle el lugar que le corresponde. Hay que ubicar un espacio, donde la persona pueda tomar el tiempo necesario para disfrutar de cada sensación extrema que se percibe al tocar esta zona del cuerpo, en detalle.
No le de temor crear el ambiente para estimular el momento, con películas, velas aromáticas, músicas o vino. Un punto importante es que las caricias no solo se deben limitar a los genitales, sino al cuerpo entero pues la idea es descubrir cuáles son los puntos sensibles y vulnerables de tu cuerpo.
Métodos de masturbación
Por un tema de género empecemos con las mujeres. El área más buscada es la clitoriana o vulvar la cual reacciona rápidamente a las caricias suaves de dedos húmedos. También se pueden utilizar vibradores, masajeadores clitorianos y cualquier tipo de juguetito que sirva para estimularnos.
Como ya comenté, pueden intentar el método del chorrito con la regadera o manguera, el truco según mi amiga es que la presión del agua esté dirigida directa al clítoris. Este mismo efecto se consigue introduciendo una almohada entre las piernas se frota contra el clítoris mientras te acaricias otras zonas. Otra forma usada es la presión rítmica de los muslos en donde cierras o juntas las piernas y empiezas a presionar rítmicamente tus muslos a la vez que contraes tu musculatura pélvica. Las manos quedan libres para hacer lo que quieras con ellas.
El hombre, también tiene un mundo de zonas erógenas y sólo se limita al pene por temas de machismo. Además del pene, pueden acariciar el glande, frotar los testículos con lubricadores.
La estimulación anal mediante caricias, es una excelente opción ya que el hombre tiene más sensibilidad en esta parte que la mujer porque conecta con el punto G de los hombres: próstata. No deben sentirse menos hombre porque los mismos doctores corroboran que esta es una sensación de placer normal en ellos.
Bueno mis lectores, creo que me he extendido un poco pero espero haya sido suficientemente convincente para que empiecen a conocer más su cuerpo.