Originado en Suecia en 2016, el plogging se ha convertido en una modalidad de éxito y socialmente valorada que combina actividad física y recuperación del medio ambiente.

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A la mayoría de los corredores nos ha sucedido que mientras nos ejercitamos, nos sorprende la gran cantidad de basura que encontramos en la ruta, lo cual afecta negativamente al aspecto visual del paisaje, y en ocasiones los propios residuos se convierten en obstáculos que pueden provocar una mala pisada o caída.

El término plogging se origina de la contracción del vocablo sueco “plocka upp”, que significa recoger del piso, y del verbo anglosajón “jogging”, y hace referencia a una modalidad originada en Estocolmo que combina correr con la recolección de basura tirada por los lugares usuales donde nos ejercitamos. De este modo, se altera lo que es una carrera continua, y se convierte en algo más parecido a un entrenamiento interválico, en el que hay periodos en los que se realiza una actividad diferente. Para practicar plogging solo requerimos llevar con nosotros una bolsa, preferiblemente no plástica, para ir depositando en ella aquellas botellas plásticas, latas, cartones u otros desperdicios que encontremos en la ruta o proximidades, sin tener que salirnos de nuestra trayectoria.

Desde el punto de vista del esfuerzo físico y requerimiento de energía, el plogging va más allá de los parámetros a los que estamos usualmente acostumbrados en nuestras sencillas rutinas de carrera, ejercitando articulaciones y músculos en ángulos diferentes cuando paramos para realizar el gesto de recoger el desperdicio del suelo. Algunos practicantes señalan que el gasto calórico es mayor que cuando corremos de manera continua, y sobre todo destacan la satisfacción que se siente cuando uno ve su bolsa llena de residuos que ya no estarán más en el piso.

Aunque no hay una técnica específica para la práctica del plogging, se recomienda no llevar una bolsa demasiado grande, irla alternando periódicamente de brazo, así como ir cambiando de igual modo la pierna que dobla y la mano que recoge el residuo, con el objeto de que el cuerpo trabaje de la manera más simétrica. En lo que respecta al tiempo, de 30 a 45 minutos de plogging es una buena rutina de entrenamiento para un deportista promedio. Si la persona no tiene la capacidad para trotar toda la sesión, puede caminar por tramos para hacerlo más llevadero.

RECOLECCIÓN Y RECICLAJE

La actividad principal al practicar plogging será la de recolectar toda clase de residuos que mientras realizamos ejercicio, especialmente aquellos más nocivos para el medio ambiente y que demoran más tiempo en degradarse. Sobre este particular, es importante mencionar que mientras los residuos orgánicos se degradan usualmente en solo  cuatro semanas, el papel y cartón lo hacen al año, el plástico a los 150 años y el vidrio se estima puede demorar hasta 4,000 años. Son cifras que realmente nos ponen a pensar, para que la próxima vez que tengamos la tentación de arrojar basura a la calle, optemos por buscarle el lugar que le corresponde.

Después de terminar nuestra jornada de plogging lo ideal es catalogar lo recogido por el tipo de material del que se trate, para posteriormente y una vez agrupado, depositarlo en algún contenedor específico o centro de reciclaje donde se le pueda dar el uso adecuado. Esto es más sencillo cuando se practica plogging en grupo, pero en su defecto, optaremos sencillamente por dejar lo recolectado convenientemente en un basurero o tinaco.

RÁPIDA DIFUSIÓN

En dos años la práctica del plogging se ha extendido rápidamente desde Suecia y el resto de países nórdicos a gran parte del mundo, especialmente a Europa y Norteamérica, donde ya son habituales las reuniones de corredores que se han aficionado a esta modalidad. En países de nuestro entorno como México, Colombia y Costa Rica también se encuentran en las redes, grupos de ploggers que una vez por semana o al mes se coordinan para realizar limpiezas en áreas donde se concentra una mayor cantidad de residuos como: carreteras, parques, playas o caminos de montaña.

En nuestro país, la conciencia medioambiental está teniendo un gran crecimiento en la última década, contamos con un país bendecido por valiosos recursos naturales, pero que debemos cuidarlo de manera sostenible para que las generaciones futuras también puedan llegar a disfrutarlo. Siguiendo la idea, ya se están realizando en Panamá desde hace varios años actividades que compaginan running y ecología, como limpieza de manglares y playas una vez terminadas las rutinas de entrenamiento correspondientes. En igual sentido, en la mayoría de las competencias de trillo que se celebran a nivel local por senderos y caminos, no se facilitan botellas, ni bolsas plásticas de agua a los corredores, sino que estos deben de llevar sus propios contenedores que son rellenados en los puntos de hidratación instalados por la organización.

Creo que la mayoría de los corredores, sin tener real conciencia de ello, hemos sido en algún momento de manera esporádica ploggers, y hemos recogido alguna botella o lata abandonada, sobre todo cuando corremos por áreas de gran valor natural donde un desperdicio tirado en el piso,literalmente hace daño a la vista y mueve nuestra conciencia. Como corredores debemos poner nuestro granito de arena, y dar ejemplo de que adicional a nuestra afición por la actividad física, practicamos el respeto y defensa del medio ambiente. Ello nos ayudará indirectamente a ser mejor valorados por la sociedad.

Para finalizar esta nota quiero recordar ese refrán que dice “no es más limpio el que más limpia, sino el que menos ensucia”. Aunque ahora mismo el plogging es un fenómeno reciente, ojalá algún día sea un recuerdo del pasado, porque ya no haya basura tirada que recoger.