La dieta debe proporcionar 60% de hidratos de carbono, 15% de proteínas y 25% de grasas.
Son varios los factores que determinan el crecimiento y la talla (altura) definitiva de un niño. El factor genético (la herencia) influye en gran forma pero no debemos olvidar la importante relación que existe entre crecimiento y alimentación.
Está demostrado que una dieta hipocalórica (pocas calorías) severa, llevada a cabo sin el control del médico o nutricionista, altera el crecimiento en dos etapas: si la malnutrición dura poco tiempo, el retraso de crecimiento se recupera tan pronto como se vuelva a una alimentación adecuada. En cambio, si el déficit alimentario se prolonga por más tiempo, la fase de recuperación no se produce, aunque se restablezca la dieta equilibrada.
Las consecuencias de la malnutrición son especialmente severas si esta se produce en edades muy tempranas. Es importante tener en cuenta tanto la provisión de nutrientes para un adecuado crecimiento y desarrollo, como también para iniciar la prevención de trastornos en la adultez.
La enseñanza de una correcta alimentación desde la niñez con el transcurso del tiempo genera hábitos alimentarios que acompañan al individuo durante toda la vida. Por eso tenemos que priorizar ciertos aspectos nutricionales.
La alimentación debe ser:
- Variada: compuesta por los 5 grupos de alimentos.
- Suficiente: porque su cantidad está en relación con el período de la vida, actividad y trabajo que desarrolla el individuo.
- Estar bien distribuida: se realiza con intervalos variables, no menos de 4 comidas al día.
- Higiénica: porque se realiza siguiendo ciertas reglas que disminuyen el riesgo de transmitir enfermedades infecciosas o tóxicas.
Una dieta sana y equilibrada para un niño debe estar constituida por alimentos variados y adecuados a la edad, gustos, hábitos y actividad física e intelectual del mismo.
El aporte calórico debe ser adecuado para mantener el peso normal, para evitar tanto la malnutrición como la obesidad, pero si ya existe obesidad, lo primero que debemos hacer es buscar ayuda u orientación para el mejor manejo de la situación.
Entre los factores que condicionan la obesidad se encuentran:
- La oferta excesiva de productos elaborados hipercalóricos.
- Trastornos psicológicos reactivos donde el alimento ocupa un lugar placentero.
- Desconocimiento que la obesidad es una enfermedad asociada a pequeños desbalances mantenidos en el tiempo.
- Los hábitos de vida sedentarios, la práctica cada vez mayor de actividades como ver televisión, estar frente a la computadora y juegos electrónicos que ocupan gran parte del tiempo libre de los niños, aumentan el tiempo de inactividad física.
¿Cuáles son los factores protectores de la obesidad infantil?
- La lactancia materna.
- La práctica de ejercicio físico.
- El consumo adecuado de frutas y hortalizas.
- El hábito de un desayuno saludable.
El aumento dramático de la obesidad en los niños y niñas y su clara asociación con enfermedades crónicas no transmisibles del adulto, muestran la necesidad urgente de estrategias poblacionales para su prevención y de un adecuado diagnóstico y tratamiento individual en los que ya son obesos o tienen alto riesgo.
La obesidad está íntimamente relacionada con el aumento del riesgo cardiovascular: de un 20 a un 50% de los niños obesos tienen la tensión arterial elevada. El colesterol total, LDL y los triglicéridos con frecuencia están elevados y disminuido el HDL colesterol.
La obesidad provoca trastornos ortopédicos: es frecuente la tibia vara y el genu valgo.
También se asocia con una resistencia periférica a la insulina, con hiperinsulinemia y alteración de la tolerancia a la glucosa con una Diabetes Mellitus tipo 2 que suele cursar sin síntomas.
Alrededor de la cuarta parte de los niños obesos muestran evidencias de esteatosis hepática y es más frecuente la litiasis vesicular.
Hay menos capacidad pulmonar y una disminución de la tolerancia al ejercicio, así como baja autoestima y rendimiento escolar, bajo rendimiento laboral y menor nivel socio-económico a futuro.
Prevención
La prevención de la obesidad es más eficaz cuanto más tempranamente se realice y fundamentalmente en niños con factores de riesgo.
- Se debe prestar especial atención al monitoreo del peso.
- Lactancia materna exclusiva hasta el sexto mes de vida.
- Información a los padres sobre alimentación saludable.
- Fomentar el ejercicio y la actividad física en los niños mayores de 3 años.
Un cambio en los hábitos de ingestión de alimentos y de actividad física y no solo la pérdida de peso, debe ser el objetivo más importante en la prevención y el tratamiento de la obesidad. Es la recomendación de los organismos internacionales, particularmente si estos cambios incluyen al grupo familiar y comienzan en forma temprana.
El tratamiento dietético tiene como objetivo estabilización del peso corporal y fomentar hábitos alimentarios correctos.
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