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Uno de los temas más discutidos y polémicos en materia sexual es ¿cuántas veces una pareja debe tener relaciones a la semana, al mes o al año? Tanta polémica ha causado el tema que se han realizado cientos de miles de estudios llamados a establecer la cantidad de veces que una pareja «normal» debe tener relaciones al mes.

Por: Yaribeth Vásquez

Aunado a esto, se desprenden otros cientos de estudios enmarcados a ofrecer una paleta de actividades y prácticas que pueden desarrollar o ejecutar las parejas para cumplir con estas ambiciosas cuotas de sexo por día.

La realidad es que nadie quiere aceptar que tiene pocas relaciones sexuales a la semana, muy por el contrario, la mayoría tiende a alardear sobre cuántas veces – sean verdad o no – tienen relaciones con su pareja y todas las aventuras que emprenden en estas maratónicas jornadas.

Esta práctica de alardeo, según los expertos, no es buena. Ya que crean expectativas innecesarias entra la pareja y contribuyen a que las partes se sientan frustradas porque en la realidad no llegan a estos picos sexuales que aspiran o sueñan tener.

Pero no todo está perdido en este tema. Resulta que sí hay formas de que la pareja marque el ritmo de su frecuencia sexual y, más aún, delimite la cantidad de veces que quiere tener relaciones a la semana, al mes o al año.

Los secretos de una teoría sustentada

El secreto lo revela la conocida y muy discutida Ley de Fisher, la cual fue descubierta y planteada por un científico canadiense. Esta teoría parte haciendo una analogía entre las necesidades básicas del ser humano vs la sexual. Por ejemplo, si una persona tiene hambre se le quita con comer algo y ya. Ese sentir, de ese sólo instante, desparece en el tiempo y la próxima vez que la persona tenga apetito lo saciará con otro plato en el momento que el organismo se lo pida.

Con el deseo sexual ocurre un flagelo diferente.

¿Cómo? Si la persona se propone mantener, en el tiempo, relaciones sexuales tres veces a la semana, el cuerpo no sólo se acostumbrará a esta cuota sexual sino que por naturaleza pedirá siempre un poco más de este parámetro. Esto quiere decir que si una persona se acostumbra a tener relaciones sexuales tres o cuatro veces a la semana, estará capacitada emocional, mental y físicamente para mantener relaciones sexuales con una persona por cinco o seis veces.

Ahora, esta teoría también funciona a la inversa y es, tal vez, lo que a muchos les pasa en su vida sexual.  Si una persona se acostumbra a tener relaciones una o dos veces a la semana, su cuerpo acostumbrará a esta rata e, incluso, puede pedir menos que esta cantidad. En algunos casos, de seguir con este bajo ritmo, la persona puede experimentar la pérdida completa del apetito sexual de manera casi natural.

Ahora, de acuerdo con el sexólogo Dimitri Díaz, es importante que la gente sepa que el marcar un ritmo sexual – atendiendo la teoría Fisher – no es algo que se hace de la noche a la mañana. «La gente trabaja, tiene obligaciones y compromisos diarios que le impiden muchas veces marcarse metas altas en cuanto al rendimiento sexual. Es por ello que recomendamos que se empiece poco a poco hasta llegar a la meta deseada y que sea un parámetro consentido entre ambas partes».

En este sentido, Díaz aconseja que la persona que está acostumbrada a tener relaciones una  vez por semana, aumente y se proponga a tener dos por semana por un lapso de cinco o seis meses y, la que tienen dos veces por semana, la aumenten a tres. «Para el que está de novio es fácil marcar estos ritmos porque el tipo de relación lo permite. Pero las casadas o unidas deben empezar por hacer este pacto hablado, entre dos, de manera de que en conjunto se encuentren los espacios para llevar trabajar en ese acercamiento mutuo y beneficioso para la relación».

Relaciones a la medida de cada quien

Por su parte, la sexóloga y socióloga Yolanda Aparicio considera que la teoría de Fisher no es para todo mundo. Argumenta que esta teoría la deben practicar exclusivamente las parejas que sienten que deben aumentar sus relaciones sexuales o, en su defecto, las parejas en donde una de las partes siente que su compañera o compañero no lo satisface lo suficiente.

Sin embargo, las parejas que se sienten cómodas teniendo una relación sexual por semana, cada dos semanas o más, no deben obligarse a aumentar este ritmo. «Si ese ritmo que llevan, por más bajo que se vea, no afecta su relación, sus ánimos y se sienten ambos súper compenetrados con ese parámetro está muy bien. Se puede decir que encontraron su punto medio sexual y les satisface ese delimitado espacio que han creado».

Aparicio opina que cuando una pareja tiene problemas por su compenetración sexual es fácil detectarlo y es allí cuando se deben evaluar opciones que ayuden a recuperar ese santuario sexual. De lo contrario, no hay razón para imponer a la relación de pareja una aspiración que puede terminar por afectar el ritmo de vida de ambos.

Díaz, por su parte, sugiere que las parejas que se sientan cómodas con su ritmo sexual pueden aventurarse a experimentar si les va bien aumentando su pico sexual. «Si no les gusta simplemente vuelven a su rutina pero puede resultar que tenían un deseo oculto que los hace sentirse más vivos y espiritualmente bien  y activos».

Mis queridos lectores, ustedes están en la decisión de decidir qué quieren experimentar para satisfacer su vida sexual. Lo que sí les puedo decir es que Aparicio y Díaz coinciden en que de ninguna manera el tener muchas relaciones sexuales frecuentemente, de manera consensuada entre la pareja, afecta en algo la vitalidad o energía de alguna de las partes. Al contrario, ayuda e inyecta vida a la relación en pareja.