Por: Rubén Villegas
Orientador
¿Son realmente útiles?
Hay buenas razones para hacer ejercicio. Para la mayoría de los que nos ejercitamos regularmente, los mejores resultados se obtienen a través de una adecuada planificación del ejercicio la cual dependerá de los objetivos que cada uno busca con el ejercicio. El trabajo duro, el esfuerzo y la constancia son puntales básicos en los buenos resultados, pero no siempre hay que trabajar más duro o más largo, usualmente los mejores resultados los obtenemos si trabajamos más inteligentemente.
El entrenamiento deberá tener la intensidad adecuada para el resultado buscado, de modo que debemos introducir una manera de monitorear la intensidad del trabajo que estamos realizando. Hay muchas formas de medir la intensidad, la frecuencia cardiaca es una forma adecuada, útil y fácil. La respuesta fisiológica de la frecuencia cardiaca es por lo general, proporcional a las demandas (necesidad) de oxígeno de los músculos que se encuentran trabajando, de manera que a mayor trabajo mayor frecuencia cardiaca, hasta un máximo que está determinado por la edad entre otras cosas. Condiciones atmosféricas extremas (frío, calor o humedad) pueden influir considerablemente en la frecuencia cardiaca además algunas sustancias y medicamentos como los estimulantes (café, descongestionantes, broncodilatadores y otros). Para personas que tienen alguna enfermedad que altere su ritmo cardiaco incluyendo algunos diabéticos y aquellos que toman medicamentos como beta-bloqueadores (para la presión arterial y luego de un infarto al corazón), la frecuencia cardiaca no es un buen indicador, para ellos es mejor usar un método diferente de medición.
Al conocer la frecuencia cardiaca máxima de cada persona, a través de las diferentes fórmulas o métodos (220–edad; 206–½ edad; método Kervonen) o con una prueba máxima de ejercicios, podemos establecer “las zonas de ejercicio”. Son 4 ó 5 zonas (dependiendo del autor) que guían sobre en cuál debemos hacer ejercicio según nuestro objetivo. Las zonas son porcentajes de esa frecuencia cardiaca máxima (estimada o medida) y reflejan variables fisiológicas que cambian en el cuerpo cuando hacemos ejercicio.
¿Por qué debemos establecer la zona más adecuada?
- Para utilizar las grasas como fuente de energía, “quemarla” y perder peso.
- Para aumentar la capacidad máxima de uso de oxígeno y mejorar el desempeño atlético.
- Para mejorar los parámetros de salud y bienestar para ayudar en el control de algunas enfermedades crónicas (diabetes, hipertensión arterial) y también en la rehabilitación (después de un infarto al miocardio o una revascularización cardiaca).
Con esta información podemos hacer una mejor planificación del ejercicio y aumentar las posibilidades de obtener los resultados deseados.
Por las razones mencionadas, los monitores cardiacos son instrumentos útiles para quienes se ejercitan regularmente o con propósito definido. Es una manera práctica y sencilla de monitorear la intensidad del trabajo y sacar mayor provecho al esfuerzo puesto en los ejercicios. Recuerde no siempre más es mejor, hay que entrenar de forma inteligente. Ante dudas, consulte con su médico o entrenador calificado sobre la mejor manera de hacer ejercicios.
Dr. Enrique José Mayo De Bello
Consultorios Médicos Royal Center
Medicina Familiar y Medicina Deportiva
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