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Voluntad, del griego voluntas, que significa “Querer”, se ha considerado en diversos estudios como la actitud que más alto correlaciona con el logro. Alcanzar metas, vencer la adversidad, sobreponerse a situaciones difíciles se logra mediante una gran voluntad.

 

Desde la infancia, podemos observar el nivel volitivo de nuestros cuidadores, la forma en que resuelven sus problemas, la actitud que asumen ante la adversidad y el afrontamiento de las pérdidas, parecen ir configurando paulatinamente esta compleja actitud. Más tarde, en la adolescencia, cuando la personalidad se empieza a consolidar, los esquemas mentales, formas de pensar, creencias sobre sí mismo, sobre los demás y el mundo toman una posesión definitiva.  La voluntad se encuentra también a punto de madurar y asumir una forma más constante. Al principio de la edad adulta, se espera que la voluntad individual esté debidamente configurada y el individuo asuma con suficiente motivación sus responsabilidades.

 

Cuando el proceso antes descrito se ha trastornado, debido a la crianza patológica, negligencia o algún tipo de maltrato experimentados por el menor en crecimiento, la fuerza volitiva, el querer lograr, moverse para alcanzar y sostener constantemente una ruta o meta, se ven debilitadas.  En casos extremos de trastornos mentales, la falta de voluntad se denomina “abulia”, del griego, “sin voluntad” y es indicador de alteración severa de la salud mental.

 

En la vida cotidiana, frecuentemente escuchamos el cliché ‘no tiene  voluntad”, tanto para el logro de metas asociadas a la salud o a los logros personales, familiares o profesionales. También señalamos a los políticos de no tener la voluntad de resolver los problemas.

 

Metas relacionadas a la salud o al deporte, tales como: hacer ejercicios, dietas o conductas y comportamientos conducentes a una mejor salud física, se ven constantemente vulneradas por esta fuerza actitudinal llamada voluntad. Cada día un alto porcentaje de personas decide iniciar la búsqueda  de salud y de manera impulsiva invierten en vestimentas, atuendos y equipos, mismo que usan por una o dos semanas y un buen día les falta voluntad para dejar la cama en la mañana u posponer otro placer por las tardes y ‘cataaplun’  se deshace la aspiración. Conclusión: faltó voluntad, faltó querer.

 

Curiosamente, la voluntad, se encuentra afectada por pensamientos perturbadores, llamados pensamientos automáticos disfuncionales. En el caso de la persona que sucumbe ante planes de búsqueda de salud, probablemente pensamientos del tipo, ‘es difícil’, ‘no soy para esto’, ‘no lo resistiré’, ‘es insoportable’, ‘estoy vencido”.

En la mayoría de los casos, las personas que no logran vencer estos pensamientos automáticos disfuncionales, requieren lograr un nivel mayor de maduración sobre lo que quieren y aspiran, para que la fuerza endógena del querer, ayude a impulsar las metas que se propone.

 

Dr. Isaías Madrid F.

Psicólogo Clínico

Consultorios Royal Center

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