El 2021 no solo significó el primer aniversario de la batalla que le mundo ha librado contra la pandemia del COVID-19, también trajo consigo el desafío de regular una nueva normalidad para los niños y adolecentes para un pronto regreso a las aulas, previsto para el segundo semestre 2021 de acuerdo con el comportamiento del virus.
Este escenario implica actualizar esquemas de vacunación para evitar enfermedades infectocontagiosas que son transmisibles. Datos preliminares de la Organización Mundial de la Salud (OMS) del primer cuatrimestre de 2020, apuntaron a una disminución sustancial del número de niños que completan las tres dosis de la vacuna contra la difteria, el tétanos y la tosferina (DTP3). Esta es la primera vez en 28 años que el mundo podría ser testigo de una reducción en la cobertura de la vacuna DTP3, el marcador utilizado como indicador para evaluar la proporción de niños vacunados menores de un año.[3]
- La vacunación es una forma altamente eficaz, segura y fácil de ayudar a la familia a mantenerse sana. En los úìltimos 10 amÞos han sido vacunados mas de 1000 millones de niños.[2]
Estos datos advierten que antes de la emergencia global, el mundo había hecho enormes progresos para conseguir que los niños fueran vacunados. Solo en el 2018, el 86 % de los niños menores de 5 años en todo el mundo fueron vacunados con tres dosis de la vacuna contra la difteria, el tétanos y la tosferina (DTP3) y una dosis de la vacuna contra el sarampión, en comparación con el 72 % en 2000 y el 20% en 1980. [4]
“La pandemia que hemos atravesado, ha convertido la vacunación en un verdadero desafío. Es necesario impedir un mayor deterioro de estos esquemas para evitar que enfermedades mortales produzcan nuevos brotes, tal es el caso de la poliomielitis, enfermedad que ya habíamos eliminado en nuestra región, en una población infantil tan vulnerable” indicó la Dra. Yamile Sandoval, Gerente Médica Sanofi Pasteur para Centroamérica y el Caribe.
Actualmente la inmunización permite evitar de 2 a 3 millones de muertes cada año.
Sin las vacunas, el niño está en riesgo de enfermarse gravemente y sufrir dolor, discapacidad e incluso la muerte por enfermedades como el sarampión y la tosferina.[5]
El llamado es crear conciencia y que los padres o cuidadores puedan actualizar el esquema de inmunización de sus hijos, ya sea para regresar a clases o para cuidarse en casa de enfermedades que son prevenibles gracias a las vacunas.