Se puede hacer ejercicios muy suaves, por debajo de los niveles acostumbrados, reduciendo tanto la intensidad como el volumen.
La relación entre el ejercicio (entrenamiento o competición) y las infecciones agudas la podemos mirar desde dos perspectivas distintas:
- El efecto del entrenamiento y del acondicionamiento sobre la susceptibilidad del atleta a padecer infecciones agudas; y
- El efecto de entrenar o competir cuando se tiene una infección
Efecto del entrenamiento sobre la susceptibilidad a las infecciones
El ejercicio puede tener diferentes efectos sobre el sistema inmune dependiendo, principalmente de la intensidad y frecuencia del ejercicio de manera que:
- Ejercicios moderados regulares pueden fortalecer el sistema inmune. Por esta razón vemos que las personas que se ejercitan regularmente, de forma moderada e incluso no competitiva, se resfrían menos.
- Ejercicios muy intensos pueden deprimir, de manera temporal, algunas líneas del sistema celular de defensa, haciendo al atleta -durante ese tiempo- más susceptible a padecer una infección aguda.
Efectos de una sesión de ejercicio de forma aguda sobre el sistema inmune.
Cuando hacemos una sesión de ejercicios producimos algunos cambios medibles en el sistema de defensa del organismo; sesiones moderadas o suaves producen un aumento del número de los neutrófilos que es una línea de células encargada de combatir ciertas infecciones; otras líneas celulares, como los llamados linfocitos no se altera.
Si por el contrario, la sesión de ejercicios es muy intensa, como al correr una maratón, completar una triatlón o un juego que fue particularmente fuerte, el número de neutrófilos aún aumenta, pero el número de linfocitos se ve reducido. Además, la actividad de algunas otras células como los «Natural Killer» (asesinos naturales) y linfocitos T se ve marcadamente disminuida; también la producción de la inmunoglobulina A secretora (un mecanismo de defensa local que se ve en algunas mucosas del cuerpo, incluyendo la mucosa respiratoria) se reduce de forma temporal.
Todo esto condiciona una reducción importante de los mecanismos de defensa del cuerpo en contra de algunas infecciones como las virales respiratorias. Esta depresión del sistema de defensa puede durar entre 18 y 24 horas. Además, se ha demostrado una asociación entre sesiones muy fuertes de ejercicio y el aumento de algunas citoquinas proinflamatorias (sustancias que son producidas por el mismo cuerpo y que inducen inflamación y daños a nivel celular y sistémico), esto también es malo para la respuesta inmune del cuerpo.
Efectos del ejercicio moderado de forma regular y crónica.
Cuando una persona se ejercita de forma regular (al menos 4 veces por semana, durante aproximadamente 35 minutos de ejercicios moderados) se producen cambios positivos en el sistema inmune que mejoran la eficiencia de este para la lucha contra las enfermedades. En general, se ha visto que la actividad de esas células conocidas como «Natural Killer Cells» («asesinos naturales») involucradas en la defensa natural del cuerpo en contra de la infecciones, se ve aumentada en los que se ejercitan de manera regular, en comparación con aquellos que no hacen ejercicios. Otras áreas del sistema de defensa también parecen fortalecerse con el ejercicio regular, pero de una manera menos consitente.
En general, aún hay muchas preguntas por resolver, sobre todo en el aspecto práctico de estos hallazgos aún no sabemos la extensión de los potenciales beneficios para la salud de los cambios que se ven en el sistema inmune con el ejercicio regular moderado. Basados en la información con que contamos, se acepta que el ejercicio regular, ya sea moderado o fuerte, puede fortalecer el sistema de defensa de modo que las personas que se ejercicitan muestran una mayor resistencia a ciertas infecciones, sobre todo a infecciones respiratorias superiores. Del mismo modo, la información existente nos permite saber que las sesiones fuertes de ejercicio, especialmente si se asocian a estrés mental, pueden aumentar el riesgo temporal de infecciones agudas del tracto respiratorio superior.
Entrenar o competir cuando tenemos una infección
Por regla general, cuando estamos padeciendo una infección tipo resfriado u otra de las vías respiratorias superiores, y la sintomatología es grande, no tenemos ganas ni fuerzas para hacer los ejercicios que regularmente hacemos. En caso que se decida hacer ejercicios -aun estando enfermos- se recomienda que sean muy suaves o moderados, pero nunca subir hasta intensidades altas (ejercicios vigorosos) por varias razones que detallo seguidamente:
- Si tenemos fiebre por la enfermedad que estamos padeciendo, probablemente la frecuencia cardiaca está algo elevada, lo que reduce la capacidad para ejercitarse, ya que se llega más rápido a niveles de frecuencia máximas o cerca del máximo y el esfuerzo percibido será mayor.
- Si hacemos ejercicios intensos, el sistema inmune se deprimirá un poco, como se describe en los párrafos anteriores y, si se encuentra en ese momento luchando con una infección, podría ser negativo y la infección pordría empeorar.
- Por último, se han descrito casos de una severa afección del corazón que se conoce como miocarditis al hacer ejercicios cuando se está pasando por una infección viral. Lo que parece suceder es que hay familias de virus (de las muchas que producen los síndromes virales comunes) que tienen cierta predilección por el tejido cardiaco; si se hacen ejercicios intensos cuando se tiene una infección causada por uno de esos virus, podrían atacar el corazón produciendo miocarditis, lo que podría, en ocasiones, ser muy severo.
Por estas razones, se recomienda moderación cuando se está enfermo con respecto a los ejercicios hasta estar recuperados de la infección.
Centro de Rehabilitación por ejercicios MEDIC GYMDr. Enrique José Mayo De Bello |