La Dismorfia Muscular o Vigorexia (también se usa Bigorexia), es un trastorno de la imagen corporal, caracterizado por una preocupación excesiva (y hasta obsesiva) con el físico.
Este trastorno también implica una distorsión de la percepción de la propia imagen (dismorfofobia). También se le refiere como «anorexia nerviosa inversa» y «Complejo de Adonis». Aunque puede afectar a cualquier persona, es más común en varones.
En la Clasificación Internacional de Enfermedades Psiquiátricas, los trastornos de la percepción de la imagen corporal (Dismorfismo Corporal) están categorizados como condición patológica y se entienden como una subcategoría de los
Trastornos Obsesivos-Compulsivos, pero la Dismorfia Muscular en si aún no está reconocida como una enfermedad; sin embargo se incluye como una variante de los trastornos emocionales, donde las características físicas se perciben de una manera distorsionada, similar a lo que sucede en la anorexia, aunque en el sentido contrario.
La preocupación principal, en las personas con este padecimiento, se centra en que no son suficientemente musculares a pesar que, en general, estas personas son tanto o más musculares que el promedio. Aún así, ellos se sienten débiles, que no se han desarrollado suficiente y esta preocupación, con frecuencia les causa problemas en muchos aspectos de su vida como las relaciones interpersonales y hasta en el ámbito laboral.
Debido a esta excesiva preocupación con la figura, las personas con vigorexia pueden pasar muchísimo tiempo haciendo ejercicios, hacen dietas muy estrictas, usualmente impuestas por ellos mismos (aún exagerando las recomendaciones de profesionales), se miran y «examinan» en el espejo de forma constante, se comparan con otros, preguntan continuamente a otros sobre cómo se ven, buscando que los demás los tranquilicen con aseveraciones como «que se ven fuertes», «que están grandes y bien desarrollados» y cosas por el estilo. Muchas veces estas personas toman suplementos y ergogénicos para crecer y desarrollar los músculos cada vez más.
¿Cómo reconocerlo?
En realidad hay muchas personas que hacen ejercicios de forma regular (casi todos los días) por diferentes motivos, incluso por mejorar su imagen. El tiempo y esfuerzo que dedique cada uno al cuidado de su cuerpo depende de muchos parámetros como los objetivos y metas personales y hay muchos que disfrutan de los ejercicios de pesas y del crecimiento muscular que con ellos se consigue; sin embargo, existen algunos signos que deben alertarnos sobre el trastorno de la imagen corporal; entre ellos:
- Si existe una preocupación constante sobre el tamaño y tonicidad de los músculos.
- Si el tiempo dedicado a los ejercicios y a «crecer los músculos» interfiere con otras actividades como el trabajo y las actividades sociales.
- Si se examina los músculos en el espejo o se pesa varias veces al día.
- Si se siente estresado o ansioso si no puede asistir a una sesión de ejercicio planeada o si se sale un poco de su estricta dieta.
- Otras personas a su alrededor opinan que usted está excesivamente preocupado del tamaño de sus músculos o de su fuerza o que usted pasa demasiado tiempo haciendo ejercicios.
- Si toma sustancias ergogénicas para alcanzar mayor masa muscular o fuerza, a pesar de que esto representa cierto riesgo para su salud.
Posibles causales
Aunque no se sabe cual es exactamente la causa o si hay una sola causa de estos trastornos de la percepción corporal, se estima que existe una combinación de factores emocionales, psicológicos, familiares, sociales y también biológicos, que se interrelacionan para producir este trastorno.
Se han encontrado datos que sugieren una predisposición genética, de modo que se podrían ver este tipo de trastornos en varios miembros de una misma familia. Entre los factores psicológicos, el más estudiado y el que más cercanamente se relaciona a la aparición de estos trastornos es la autoestima, pues los individuos con baja autoestima suelen padecer estos problemas con más frecuencia.
Por otro lado, la presión social, los factores culturales y la «cultura del cuerpo» que domina a grandes sectores de nuestra sociedad, impone una gran presión en jóvenes, hombres y mujeres, a tener un «cuerpo ideal» y ello los lleva a tomar caminos y decisiones, muchas veces, inadecuadas.
Opciones de tratamiento
Además de ser en sí un peligro para la salud, estos trastornos de la imagen corporal se asocian a conductas que también pueden representar un peligro para la salud y el desarrollo personal de los afectados. En el caso de la Dismorfia Muscular, hay infinidad de historias de individuos cuyas carreras, estudios y hasta la vida familiar se vieron severamente afectados por este trastorno. Por ejemplo, aquel padre que se perdió la celebración del primer cumpleaños de su hijo porque «tenía que terminar su sesión de pesas de 4 horas» o el profesional que perdió una posición muy alta en una buena compañía debido a que sus responsabilidades incluían que asistiera a muchos eventos sociales, incluyendo comidas y eso no le permitía cumplir con la muy estricta dieta que se había impuesto.
Esa «excesiva preocupación» (obsesión) o las conductas que se derivan de estas (compulsiones), pueden representar por sí solas un peligro para la salud física y emocional del afectado pero, además, estos trastornos pueden incluir conductas muy peligrosas como el abuso de sustancias como los ergogénicos o el realizar ejercicios de forma excesiva aún a expensas de la salud.
Afortunadamente este trastorno se puede tratar y mejorar, siempre con la ayuda de personal médico calificado. Al igual que otras formas de trastornos de percepción de la imagen, la terapia cognitiva conductual es una de las mejores opciones. En esta terapia cognitiva conductual el paciente «aprende» a reconocer y modificar los pensamientos y las percepciones alteradas, por ejemplo, la noción que «no soy suficientemente fuerte» o «mis músculos son débiles», a pesar que es claramente lo contrario. También se entrena al paciente a reconocer conductas potencialmente peligrosas o dañinas (cómo hacer ejercicios de pesas muy fuertes por largos períodos de tiempo, cómo levantar pesas fuertes por 2 o 3 horas diarias 6 o 7 días a la semana) y reemplazar estas conductas por otras más sensatas, acordes a planes y metas reales. Algunas veces el terapeuta puede utilizar algunos medicamentos, principalmente, del grupo de los antidepresivos, para ayudar al control de este trastorno.
Dr. Enrique José Mayo De Bello
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Medicina Familiar y Medicina Deportiva
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