Dicen que los espumantes no engordan y que el vino está compuesto en su mayoría por agua. ¿El vino engorda?
Por: Concha & Toro
Wine Blog
Fotos cortesía de Concha & Toro
Solo el agua y el aire no engordan, dice el mantra de toda la gente en dieta. Yo sé de esto, lamentablemente tengo una predisposición genética. Con solo mirar el pan o la pasta subo unos kilos. Toda la vida me tengo que cuidar. Si no, pago con una talla más de ropa.
Sí, el vino es 80% de agua, pero queda un 20% que son básicamente alcohol y azúcar, o sea CALORIAS. De estos dos, el alcohol suma más calorías, aproximadamente 7 calorías por gramo, mientras el azúcar residual agrega 4 calorías por gramo. Por lo tanto, es importante prestar atención no solo a la dulzura del vino, sino también al contenido de alcohol.
Un vino seco con un bajo contenido de alcohol, un Sauvignon Blanc, por ejemplo, tendrá una menor cantidad de calorías, mientras que un vino dulce con un alto contenido de alcohol, como un Porto, un nivel mucho mayor. Sin embargo, como el azúcar tiene menos calorías que el alcohol, para quienes quieran cuidar la línea, una opción más dulce y menos alcohólica es a menudo una mejor elección que un vino más seco y más alcohólico.
Ahora entienden por qué amo tanto el Rosé. Fácil. Porque tiene menos alcohol que los tintos. Los vinos blancos secos y espumosos tienen entre 70-85 calorías por copa (100 ml / 3,4 oz). Los tintos, dependiendo de la cepa, estilo y región de donde provienen, entre 80-90 calorías. Sí, el clima, caluroso, en el caso de Chile, es un factor determinante. Mientras más altas son las temperaturas, más altas son las concentraciones de azúcar en la uva. Resultado: vinos más complejos, alcohólicos y calóricos.
Alcohol y metabolismo
Por mucho que quiero creer en la paradoja francesa, y me encantaría decirles “da lo mismo cuanto beban, igual mantendrán la cintura de abeja”, lamentablemente tenemos que aceptar los hechos básicos de la química metabólica y de nuestra naturaleza. Es decir, cuando uno consume alcohol, el cuerpo lo metabolizará antes que nada. El alcohol presiona el botón de “pausa” en el metabolismo, elimina de la fila las otras calorías y dice “¡yo primero!”. El alcohol reduce especialmente la quema de grasa en el vientre. Además, no se extrañen, afecta más a las mujeres, quienes experimentan un aumento de la cintura a medida que envejecen. Esto generalmente coincide con el aumento del peso general y una reducción en la masa muscular magra.
Según algunos estudios, los cuerpos de gente que bebe más de una o dos copas diariamente aprenden a gastar calorías de alcohol y a convertirlas en calor. Todo ese calor hace que los alimentos se conviertan en sustancias químicas que afectan gravemente los órganos vitales, pudiendo provocar problemas hepáticos, cáncer, etc. Estos mismos estudios también mostraron que, si ustedes son bebedores moderados y practican una dieta baja en grasas, el cuerpo es capaz de metabolizar las 7 calorías de alcohol por gramo.
Sin embargo, también hay que subrayar que beber cerveza o alcohol fuerte es muy distinto que beber vino. Una copa diaria de vino tinto puede contrarrestar la producción de grasa abdominal. El resveratrol contenido en las pieles de uva tinta puede interferir con la síntesis de grasa, mientras otros polifenoles pueden inhibir la aromatasa, una enzima producida por la grasa abdominal que convierte los andrógenos en estrógenos.
El vino blanco, por otro lado, contiene menos polifenoles. Todo el azúcar, a menos que nuestro cuerpo la utilice como energía instantánea, quedará almacenada en forma de grasa. Sin embargo, no todo es negativo. Recordemos que el vino es un fermento natural, con varias propiedades pro saludables.
¿Qué hacer si están a dieta?
Recuerden que el vino es un alimento que contiene carbohidratos, por lo tanto cuiden las porciones. 250 ml de vino contienen tantas calorías como un helado. Cuando compartimos una botella con nuestra pareja o amigos, asumimos que estamos bebiendo menos calorías, pero cuidado. Una botella de un vino de 13% de alcohol entre dos, puede significar un consumo de 340 calorías por persona, lo que equivale a una medialuna con nutella. Entonces, ¿debemos sacrificar nuestra bebida favorita para cuidar la línea? No, jamás. Por lo menos yo no voy a hacerlo.
Mis trucos para los carbohidratos y calorías en el vino
- La palabra clave es MODERACIÓN. Son unas 2 copas de vino día por medio para la mujer, y 3 para el hombre.
- Por cada copa de vino de 100 ml bebo un vaso de agua para hidratarme mejor.
- Si en la noche tengo algún evento o comida, al almuerzo omito mi copa de vino.
- Me gusta mucho el vino con la comida. Entonces, cuando cocino o espero la comida en un restaurante, elijo una copa de un vino fresco y bajo en alcohol, como espumante o blanco. Y otra copa con el plato ya en la mesa. ¡Eso es todo!
- Cuando estoy nerviosa, ansiosa o demasiado contenta, elijo hacer yoga, salir de paseo o comer una fruta. Ni el vino ni los dulces son el remedio. Mezclar emociones y “antojos” no es la mejor idea. Siempre vamos a querer más.
- Es bueno tomarse algunos días sin vino, como también obviar algunos alimentos. Por ejemplo, #meatlessmonday (lunes sin carne) o día sin dulces. Si uno bebe todos los días, el cuerpo comienza a desarrollar una tolerancia al alcohol. Muchos expertos recomiendan tomarse días libres de la bebida para equilibrar nuestro organismo.
Sí, el vino es sano y delicioso, pero también el chocolate amargo, el aceite de oliva, el aceite de coco y mil otros alimentos. Nadie come todos los días una barra de chocolate ni bebe una botella de oliva. Lo mismo se aplica al vino. No van a engordar si disfrutan un cuadradito de chocolate amargo o agregan una cucharada de oliva a la ensalada. Y si beben una o dos copas de vino tampoco. La misma regla de moderación y porción se aplica al vino y a nuestros alimentos diarios.