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El 13 de marzo se celebra el Día Mundial del Sueño; y el 21 de marzo el Día Internacional, con el objetivo que prestemos atención a esta necesidad de nuestro cuerpo.
Por: Zulay Espinosa V.
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Cada vez es más frecuente escuchar a alguien decir que duerme poco, no duerme bien o que no puede dormir, confirmando así lo señalado por los investigadores acerca de que el tiempo medio de sueño se ha reducido en el último siglo en un veinte por ciento, es decir, casi dos horas diarias. Por supuesto que el mayor culpable es el estrés que produce el acelerado ritmo de vida.
Para lograr la atención de la población en general sobre este tema y la importancia de hacer los correctivos para dormir la cantidad de horas necesarias y con calidad, la Organización Mundial de la Salud (OMS), junto con la Federación Mundial de Sociedades de Investigación del Sueño han decidido designar como Día Internacional del Sueño cada 21 de marzo a partir del 2001.
Por otra parte, la Asociación Mundial de Medicina del Sueño (WASM, por sus siglas en inglés: World Association of Sleep Medicine), estableció desde 2008, un día del mes de marzo para celebrar el Día Mundial del Sueño. Este año, está fijado para el 13 de marzo.
Entre 7 y 8 horas
De acuerdo con el Dr. Nelson Rodríguez, especialista en Medicina Familiar, el sueño es tan importante como comer o ir al baño. De hecho es una necesidad fisiológica. Se recomiendan entre 7 y 8 horas de sueño; sin embargo, cada persona define la cantidad de horas de sueño que su cuerpo requiere y se define por la manera en que despierta.
Si despiertas cansado, agotado, y estás somnoliento al iniciar el día, lo más probable es que no hayas tenido un sueño reparador en horas y/o calidad de sueño.
Otro punto importante es que la cantidad de horas de sueño necesarias para cada persona varían con la edad. Por ejemplo: los adultos mayores dormirán menos de noche, pero por lo general tomarán siestas durante el día.
El insomnio
A veces pensamos que insomnio solo se refiere a aquellos casos en que la persona no puede dormir, pero el Médico Familiar aclara que la realidad es otra. Puede haber insomnio si la persona es incapaz de dormirse; si se despierta en la noche o se despierta muy temprano. Lo común, generalmente, es que el sueño es no reparador.
Vale explicar que si tenemos un evento agudo como una pérdida, una tristeza o ansiedad muy severa, se espera que perdamos el sueño por un par de noches, pero si dura más de cuatro semanas ya se define como insomnio crónico.
Causas y consecuencias
El Dr. Rodríguez indica que a veces se ve el insomnio como un problema de salud en sí mismo, y de hecho lo es; sin embargo, muchas veces es un síntoma de un problema de salud subyacente, ya sea depresión, ansiedad y en algunos casos condiciones asociadas a las vías respiratorias.
Las consecuencias, en general son las mismas independientemente del tiempo: Somnolencia en el día con la consecuente pérdida de productividad laboral (presentismo); accidentes secundarios a alteración de las reacciones y reflejos por la somnolencia. Irritabilidad, cansancio o depresión. A largo plazo, se ha descrito que los trastornos del sueño se asocian a mayor riesgo de diabetes, cardiopatías e hipertensión arterial.
Círculo vicioso
Se expresan diferentes porcentajes para indicar qué parte de la población mundial padece insomnio. Una de ellas apunta a un 10 por ciento. Y la gran pregunta es, si se debe al estilo de vida de este siglo. El Dr. Rodríguez manifiesta que “vivimos un estilo de vida acelerado y el estrés, sin duda, es un factor precipitante. Las personas que trabajan largas jornadas o que tienen turnos rotativos pueden tener mayor riesgo de trastornos del sueño”.
Este mal está relacionado en un 100 por ciento con el estrés, el mal humor, la falta de concentración o de memoria, es un círculo vicioso. El estrés genera insomnio y el insomnio en sí genera estrés. Para muchas personas, que llegue la noche es motivo de mucha ansiedad y temor porque saben que no podrán dormir.