No solo se aprenden a conocer sexualmente, sino también como personas, pues comparten sus pensamientos y desnudan su yo interno ampliamente.
Por: Yaribeth Vásquez
A simple vista parece un juego sin riesgos con muchos beneficios, pero la ruleta de la vida demuestra que, en la mayoría de las ocasiones, los sentimientos, el afecto y la relación de contacto permanente entre dos seres humanos es la que marca el destino que tendrá ese tipo de relación.
En mi opinión, la diferencia entre un amante y un amigo con derecho es comparable en esencia: Con la relación de amantes el proceso casi siempre es que dos personas se atraen o una de ellas acepta ser seducida por otra y al final, ambos se montan en una aventura pasional interesante.
El amigo con derecho es muy parecido, la situación inicia de común acuerdo teniendo como requisito base la atracción generada por alguna característica peculiar del individuo (me encanta pasar tiempo con esa persona, es graciosa, cariñosa, me río mucho, me entiende, al final no se ve tan mal… tiene su encanto).
Diferencias
Pero donde veo el peligro es que una relación de amigos con derecho perdure en el tiempo sin que la situación se torne más seria. Con un amante, el sentimiento va tomando fuerza, pero tiene que batallar con el anonimato: las salidas deben ser discretas, existe el temor de ser descubiertos por la pareja oficial, de alguna manera existe menos tiempo para compartir y el tiempo que se comparte se reduce a intimidad sexual.
Con el amigo con derecho, increíblemente, la situación es mucho más cómoda y da cabida para que la relación tome matices inesperados. Si ambos son solteros, buscarán llenar la soledad con esa compañía que los hace sentir bien y lo mejor es que no hay terceras y cuartas personas a quien rendirles cuentas, así que las citas son iguales a las de una pareja normal, sin restricciones (cena, cine, juego de fútbol, paseo por el parque, etc.)
Más confianza
La persona tiene tiempo de conocer más a su amigo con derecho en un escenario que no tenía pensado y sin tabúes, ya que al ser amigos se atreven a revelarse tal y como son. Por ejemplo, con un novio o un amante no te atreverías a decirle en el primer día de sexo «esto sí me gusta, por aquí no… por acá sí… haz-lo así… tengo estos problemillas» o puede ser que de antemano los conozcas por conversaciones anteriores. Para los amigos con derecho esto resulta todo un juego atractivo, mientras que para un amante o un novio, hay previsiones sobre cómo pueda tomarse la osadía en un momento que debe verse romántico y perfecto.
Amigos ante todo
Si una de las personas tiene pareja o ambos, tampoco hay mucho problema, ya que el amigo, a la luz pública, sigue siendo amigo. No importa que te vean en un café o que tu pareja vea su número de celular registrado en tu terminal móvil, al final -y aunque le cause un poco de molestia- es tu amigo o amiga.
Y si el amigo con derecho nace en una relación estable de pareja, de más está decir que la situación es mucho más abierta que la anterior.
¿La pareja ideal?
Ahora bien, estos amigos con derecho no solo se aprenden a conocer sexualmente, se conocen como persona, comparten sus pensamientos, desnudan su yo interno, se comparten confidencialidades, no hay necesidad de impresionar y discuten sobre trivialidades… como cualquier pareja de amigos. Esta situación los puede llevar a construir sentimientos profundos al empezar a ver al amigo con derecho como la pareja ideal.
En el momento que una de las partes o ambas empiezan a sentir eso, el panorama en que solo te llamo para pasar un buen rato… cambia. Hay una necesidad de estar más tiempo con la persona, de buscarla más, de indagar qué hace en los tiempos libres, de cuestionar acciones e incluso reclamar situaciones de incomodidad que no entran dentro del pacto imaginario que firman los amigos con derecho.
Mayor interés
Si el telón natural de la amistad se cae y tienes pareja oficial, esta puede empezar a ver que tus sentimientos por el amigo van más allá, ya que hay una ansiedad perceptible por estar con esa persona, incluso tu forma de mirar o tratar a ese amigo cambia.
Si por el contrario, no tienes pareja oficial, tu actitud puede incomodar a tu amigo con derecho, ya que empiezas a querer ocupar su espacio sin darte cuenta hasta el punto de atentar contra la relación. Las reglas imaginarias del amigo con derecho se ven en riesgo, ya se espera una llamada o mensaje después de estar juntos o que por lo menos todos los días haya un contacto entre ambos.
La incómoda situación puede llevar a la pareja a terminar con una buena amistad o quién sabe, cambiar las reglas del juego a la ya conocida por todos: novios.
Lo cierto es que todo juego tiene sus consecuencias, buenas o malas, y no siempre termina o se lleva de la manera como la imaginamos antes de decidir entrar en la ruleta rusa. Para mí, todo lo que involucre sentimientos o contacto íntimo, tiene riesgos.
Los sentimientos no son un chip que uno puede programar, más bien, son difíciles de entender, impredecibles y caprichosos. Una vez que dejamos las cosas en sus manos, debemos ser conscientes de que nos atenemos a las consecuencias. Ahora, la experiencia no deja de ser seductoramente atractiva y cómoda para cualquier persona. ¿No es así?