Los gritos, las humillaciones, las críticas constantes y sin sentido, o los apodos sarcásticos son sólo algunos de los malos hábitos que se comenten con mayor frecuencia. Y este panorama lleva a la pareja a un tinglado de violencia que termina en malas palabras, golpes y sentimientos de odio. En este punto, es casi irreversible el proceso de destrucción por el que está pasando el hombre y la mujer.
Eric y Yadira
Al consultar sobre el tema a algunas amistades, pudimos detectar que los malos hábitos se forman con pequeñeces, que al final, terminan por incomodar a la pareja. Por ejemplo: Yadira de Ampudia, de 32 años de edad, cuenta que no soportaba que a su esposo no le gustara bañarse todos los días. Lo curioso es que ella conocía este hábito desde que eran novios, y en ese tiempo, aceptaba esta situación. Pero al casarse, le resultaba incómodo dormir con el olor que a veces expedía su esposo y le aterraba pensar que en esas condiciones le pidiera tener relaciones sexuales.
Nunca habló del tema directamente con su esposo, más bien, se limitaba a hacerle preguntas indirectas como: ¿No te vas a bañar hoy? ¿te bañaste…? ¿No quieres refrescarte…? Él siempre reaccionaba con un «no» normal porque pensaba que, si a ella nunca le molestó el tema siendo novios, no había razón para que su costumbre fuera un problema ahora. Sin percatarse, este problema empezó a motivar a Yadira a que reaccionara agresivamente con su pareja, hablándole de mala forma o transmitiéndole una sensación de apatía nada disimulada.
Eric Ampudia, resentido por esta actitud a la cual no le encontraba razón, empezó a alejarse hasta que encontró en los brazos de otra mujer la comprensión, amor y deseo que no encontraba en casa. Yadira, que aún sigue casada, tiene dos años de estar separada y hasta ahora no le ha podido confesar a su esposo la raíz del problema -el cual descubrió- tras asistir a sesiones terapéuticas con una psicóloga clínica.
Tiempo para la pareja
Así mismo, conocí el caso de una pareja que se vio deteriorada porque el hombre se empezó a sentir extraño con su propia esposa. Al principio, a ambos les gustaba salir a cualquier lugar e inventarse cualquier excusa para pasar un buen rato. De la noche a la mañana ella se involucró en actividades religiosas permitiendo que todo su tiempo fuera consumido en ello.
Ella le criticaba que no estaba haciendo nada malo y que preocupado debía estar él si ella estuviera saltando de discoteca en discoteca, pero él alegaba, que la mujer de la cual se enamoró estaba desapareciendo poco a poco. Tengo entendido que esta pareja aún está pasando por este dilema que los ha llevado hasta dormir en camas separadas bajo un mismo techo.
Hay Remedio:
Con estos dos ejemplos, se deja claro que a la primera señal de malos hábitos, es mejor que la pareja hable para corregir la situación y que no se convierta en un bumerán que acabe con el amor. También es necesario tener presente una regla sencilla: lo que no me gusta que me hagan a mí, no lo debería hacer a otros, y menos, a quien se ama.
La conversación es la base del entendimiento en cualquier situación, pues, los malos hábitos que resultan incómodos entre la pareja, son difíciles de erradicar por completo. Algunos bastante conocidos son: los hombres que no bajan la tapa del baño, dejan la ropa tirada por toda la casa o suben los pies sobre la mesa de centro de la sala. También están las mujeres que tardan tres horas para arreglarse, las que siempre tienen una palabra de crítica contra el sexo masculino o que simplemente toman un rol de ama de casa que no tiene nada que ver con lo que alguna vez fueron como mujer.
CONTRA LOS MALOS HÁBITOS
Buena idea: intercambiar una lista de las cosas que le incomodan de cada uno. Esto puede ayudar a que cada quien tenga más cuidado en no incurrir en actos que molestan terriblemente al otro y terminen por causar conflictos innecesarios.
De carácter único: crear rituales entre la pareja, aquellos que se quedan como un expediente confidencial entre ambos. Estos detalles tontos que pueden terminar por fortalecer la relación pueden ser; por ejemplo, nunca entrar o salir de la casa sin darse un beso o un abrazo de despedida o bienvenida.
Sí se puede: tener un día en especial que, contra viento y marea, se organizan para tener un día de películas, salidas o una rica cena. Créame, tiempo hay, sólo hay que querer buscarlo.
Mantener la llama: mandarse emails o mensajes insinuantes de vez en cuando al trabajo, hacer por lo menos una o dos llamadas diarias reglamentarias que se sienta como algo que no puede faltar en el día de ambos.
Celebrar siempre: nunca dejar a un lado los aniversarios o alguna fecha especial que haga alusión al momento donde se formalizó la relación.
Claro como el agua: desde el principio, crear un ambiente de confianza, donde cualquiera de los dos tenga la facilidad para expresar sus sentimientos y opiniones; sin pensar, en que ello repercutirá negativamente en la relación. Y lo más importante: debe hacerse de buenas maneras.
Factor sorpresa: jamás se puede olvidar que cualquier excusa es buena para tener un roce, un acercamiento, ya sea en la cocina, al cruzarse por los pasillos o al interrumpir la ducha de la media naranja.
¡Ah! recuerden que no importa que tanto se escriba sobre el amor, sus características y vicisitudes, cada uno tiene la fórmula secreta para hacer de su relación, el mejor logro de su vida.