200907-8

Al cumplir 19 años, Magdalena, experimentó la pérdida de su novio de 3 años. Las semanas siguientes fueron muy difíciles; lloraba casi todo el día, no quería comer, no se preparaba para sus exámenes universitarios, perdió peso y todo el tiempo se le notaba triste. Siempre fue una chica aislada, no parecía disfrutar la vida como otras personas de su edad y sus temas de conversación eran quejumbrosas, por lo que frecuentemente era evitada por sus amigos.

Magdalena creció en una granja al cuidado de sus tíos, sus padres la abandonaron cuando tenía dos años, para buscar una «mejor vida en la ciudad.»

A sus 25 años, Magdalena ha suspendido los estudios y se desempeña como secretaria. Frecuentemente le cuenta a su tía, lo insoportable de su trabajo, la sobrecarga de responsabilidades, la falta de tiempo, la incapacidad para asumir nuevos retos y la frustración al no poder cumplir con las tareas a tiempo.

Ella ha mantenido noviazgos cortos, en los cuales señala que siempre sale perjudicada y que «todos los novios sólo han querido aprovecharse de ella,» se queja de que «ninguno la aprecia;» no está segura de si es ella la que no funciona como persona y se queja de tener afectada su autoestima.

En consulta, Magdalena habla sobre su mala suerte en la vida, trabajos y relaciones, se describe como desdichada por no poder lograr sus objetivos. Considera que sus jefes están inconformes con su trabajo no está clara sobre lo que se espera de ella.

Lo que experimentan los depresivos a lo largo de su vida, regularmente afecta la mayoría de las áreas de funcionamiento de un individuo y con el correr de los años puede llegar a convertirse en un estado crónico y menoscabar la capacidad de disfrute y crecimiento personal.

Frases y creencias

Las personas deprimidas se caracterizan, porque en su discurso cotidiano incluyen frases y pensamientos perturbadores que menoscaban la creencia en sí mismos. Por ejemplo «no lo lograré, es mucho para mí», «siempre me la ponen difícil», «las cosas son más difíciles para mí que para los demás». Generalmente desde la niñez, han tenido pensamientos degradantes; por ejemplo, «soy incapaz», «soy deficiente», «no sirvo». Estos pensamientos se generalizan a otros y pueden estar convencidos que los demás tampoco sirven, que son personas ineptas y que el mundo en general es una desgracia.

Regularmente encontramos en depresivos, categorías absolutistas perturbadoras en las que generalizan de manera irreflexiva. Por ejemplo, «nadie me quiere», «todos se burlan de mí’, «nunca triunfaré», «siempre pierdo». Estas frases abruman su mente, dado que son sobre generalizadoras y no dejan espacio para considerar la verdadera realidad de los hechos.

El abordaje psicoterapéutico consiste en reestructurar las creencias perturbadoras sobre sí mismos, los demás y el mundo.

¿Qué se logra con el tratamiento?

• Desarrollar la habilidad para juzgar los eventos que le ocurren en la magnitud en que en realidad ocurren.
• Superar el catastrofismo con el que evalúan permanentemente el mundo y los sucesos.
• Pasar de ver el mundo y sus hechos como insoportables e intolerables a verlos como sucesos manejables, entendibles y esperables.
• Evitar que sucesos inesperados fueran o significaran un abrumador peso a su existencia.
• Amar más y no sólo esperar ser amado.
• No esperar tanto de los demás y tener expectativas realistas del mundo.
• Aceptar los logros y evaluar los desaciertos no como fracasos sino como intentos fallidos de lograr metas.

Cómo salir de un estado de ánimo depresivo?

El afectado debe buscar todos los recursos disponibles en el medio, entre ellos, la ayuda profesional idónea, acompañada de un fuerte deseo de darle un sentido agradable a su existencia, incrementar su productividad y adaptarse plena y satisfactoriamente a la sociedad y en general a la bella oportunidad de vivir en la tierra.

Dr. Isaías Madrid
Psicólogo Clínico
Consultorios Royal Center
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