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Con sólo leer el titular de este artículo estoy segura que muchos quedarán enganchados con la lectura hasta el último punto. Digo, a quién no le gustaría sentir, por un tiempo prolongado, esa sensación intensa, envuelta en cosquilleos, calambres y placer, llamada orgasmo.

Por: Yaribeth Vásquez

 

Pero les advierto, empiecen por borrarse el chip occidental que nos caracteriza por concentrar el clímax o éxtasis sexual en la eyaculación.

Sin embargo, la cultura oriental considera que la eyaculación física es el gran ladrón de la energía corporal del ser humano, por ende, dedican más tiempo a la compenetración corporal, a la intimidad, no hacen el amor visualizando que el punto final es el mero orgasmo.

Sus rutinas son largas, relajadas e intensas llamadas a conseguir un placer prolongado y único con la fusión, casi literal, de dos cuerpos que -de manera controlada – saben conseguir niveles inimaginables en materia sexual porque eyaculan hacia dentro. Es más, tienden a eyacular – a la manera tradicional occidental – una o dos veces al año, para guardar suficiente energía para disfrutar del sexo, con placer,  maratónicamente.

 

Control del cuerpo, el ingrediente primordial

 

El ritmo de la respiración es el que determinará el grado de control del cuerpo. Para ello, el método tántrico sugiere que ambas parejas se sienten una frente a la otra y empiecen a respirar de manera pausada y sincronizada. Mientras que una exhala, la otra inhala para que cada quien respire, sienta, se compenetre y haga suyo el aire de la pareja.

En ese ejercicio, la pareja debe buscar concentrarse en ese único momento, dejarse envolver por el aliento de la pareja casi de manera obsesiva, y continuar la respiración – sin perder la sincronía – al tiempo de que las caricias por el cuerpo se van haciendo presente.

Pero recuerden que les dije que debían borrarse el chip occidental. Es decir que las caricias se darán por todo el cuerpo sin incluir las partes que, por lo general, concentramos nuestra rutina: genitales, senos y trasero.

Los roces deben ser de forma circular cada parte permitida del cuerpo de la pareja que, por muy insensible que se vea, tiene derecho a formar parte de este ritual corporal.

Una vez los cuerpos hayan sido recorridos con suavidad, paciencia y compenetración, aparece la llave del beso.

La llave que permite que ambas personas combinen las caricias de la piel con besos que recorren todo el cuerpo y que liberan de la prohibición aquellos lugares que nosotros, los de occidente, corremos a tocar desde el principio del proceso sexual.

 

 

 

 

 

 

Ambiente

 

El ambiente juega un papel muy importante en este proceso ya que los orientales opinan que el cuerpo, la mente y el alma, indirectamente, reaccionan al entorno. En este sentido, nosotros somos los llamados a crear el espacio que queremos que absorba nuestro cuerpo de manera integral.

Una sugerencia que siempre funciona, según los sabios orientales, es la combinación exótica de las velas blancas perfumadas acompañadas de flores frescas rodeando el área donde se llevará acabo la compenetración.

Los aceites no dejan de ser importantes por que lubrican y acondicionan el cuerpo para el proceso de compenetración.

Y para evitar cualquier molestia o incomodidad que atente contra la sincronía corporal de las parejas, hay que quitar cualquier objeto, incluso sábanas de más que pueda incomodar a los amantes.

Los celulares, abanicos ruidosos y cualquier otro artefacto que pueda emitir algún ruido o lo esté haciendo de manera constante hay que eliminarlo del santuario sexual que se está construyendo.

Al estar envuelto en un ambiente como éste, llevando de manera organizada, pausada y fusionada cada uno de los consejos que describimos en este artículo, podemos pasar a la penetración. Pero esta vez no se trata de empezar la fricción que todos conocemos, más bien, el pene entrará dentro de la vagina y se quedará inmóvil mientras la pareja se devora con caricias y besos intensos.

Si alguno siente que está apunto de llegar al clímax es necesario que inicie los procesos de respiración y caricias más suaves a fin de disminuir la intensidad del momento y seguir disfrutando del gozo sexual. Incluso ayuda, para controlar la eyaculación primordialmente, hacer presión en la zona pélvica.

 

Por último, se recomienda que la pareja nunca deba separarse después de llegar al clímax interno o, incluso, externo. Debe continuar juntos, embriagándose del aliento de la pareja y disfrutando de su piel satisfecha.

Por otro lado, siempre es bueno tener a la mano unas frutas peladas solas o envueltas en cremas exóticas para disfrutar del descanso con aires de reyes.