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Entendemos por asma, aquella inflamación de las vías aéreas que produce el estrechamiento de las mismas, haciendo difícil respirar. La inflamación es la base de la enfermedad y hace que las vías aéreas sean más susceptibles a los estímulos alérgicos, a irritantes

químicos, humo del tabaco, aire frío y seco, ejercicio y otros. El asmático tiene  «hiperreactividad bronquial», y cuando se expone a estos estímulos, se produce una contracción de los músculos en algunas de las vías aéreas y hace muy difícil el paso del aire. El revestimiento de las vías aéreas se inflama, se hincha y produce más moco de lo usual, todo esto dificulta aún más respirar. La persona puede sentir el «pecho apretado» dificultad para tomar aire, tener tos seca y sibilancias (el «pitido al respirar» a veces presente).


Los episodios o «ataques» de asma pueden ser prevenidos (al menos la gran mayoría) pero la inflamación subyacente, tal vez no. Las personas con esta hiperreactividad están predispuestas a tener estos ataques.


Prevenir

La mejor forma de prevenir los ataques es identificando los estímulos que los causan y evitarlos en lo posible. Los más comunes son: polvo casero, animales (el pelo), el humo del cigarillo, cucarachas y otros insectos caseros, moho, esporas de otros hongos, productos de la combustion de leñas, aire frío y seco, y, en algunas personas, el ejercicio.


El ejercicio


A pesar de que el ejercicio, puede ser causante del broncoespasmo y de ataques de asma, los asmáticos se pueden beneficiar de un programa regular de actividad física. Cada año en las competiciones deportivas importantes, inclusive en las Olimpiadas, muchas medallas son ganadas por atletas con hiperreactividad bronquial y asma; de modo que, esta condición no debe ser una limitante para practicar ejercicios y hasta competir deportivamente.


La respuesta aguda o crónica al ejercicio, en asmáticos depende en parte de su capacidad para adherirse a un programa regular de ejercicio. Si la limitación respiratoria es muy leve, la respuesta al ejercicio es básicamente la misma que en las personas que no tienen asma. Por el contrario, si su limitación es severa, la respuesta estará limitada siendo inversamente proporcional a la limitación respiratoria impuesta por la restricción al flujo de aire. Los pacientes y su médico deben entender lo que significan los síntomas durante esta respuesta al ejercicio para decidir sobre la necesidad de modificar el tratamiento y/o el tipo,  forma o intensidad de la actividad física.


Además de la vigilancia correcta (uso y medición de parámetros respiratorios), tal vez el uso de medicamentos y en lo posible, la eliminación o control de los irritantes provocadores, hay otros cuidados que pueden tener a la hora de seleccionar el programa de ejercicio para pacientes asmáticos.


Recomendaciones en el plan de ejercicio de un asmático


  • Tipos de ejercicio: trotar y correr (incluye los juegos de equipo) al aire libre, puede provocar broncoespasmo, seguido de trotar en caminadora, montar bicicleta y caminar (en ese órden). Nadar se asocia menos al broncoespasmo debido al ambiente húmedo en que se desarrolla.


Dato:

Aunque se han visto casos de broncoespasmos en nadadores sus causas están relacionadas a los químicos utilizados para la limpieza del agua de las piscinas. Esto no sucede en ríos, lagos ni en el mar; por el contrario, nadar en estas instancias, se relaciona con menor incidencia de broncoespasmo.



  • Duración: sesiones largas y sostenidas de ejercicio causan más broncoespasmo que sesiones cortas. Por esto, deportes de «stop and go» como fútbol, tennis, basquetbol pueden causar menos broncoespasmo.
  • Intensidad: altas intensidades (>80% del máximo) son más peligrosas que las sesiones moderadas
  • Respirar por la nariz: protege, hasta cierto punto, de esta condición (ya que en la nariz se inicia el proceso de calentamiento y humedecimiento del aire que respiramos); respirar por la boca se asocia a más al broncoespasmo (usualmente sucede con ejercicios de alta intensidad)
  • Cuando esté en clima frío y seco, utilice una bufanda o mascara sobre su nariz y boca para calentar un poco el aire que respira
  • Ponga atención a la existencia de potenciales irritantes alergénicos en el ambiente en que se ejercita
  • Realizar calentamientos adecuados puede disminuir la incidencia de broncoespamo


Recuerde que el ejercicio regular mejora su acondicionamiento general, eleva el estado de ánimo, disminuye el riesgo de otras enfermedades crónicas y mejora la función del corazón y de los pulmones, haciendo a estos órganos más eficientes. Hay estudios que demuestran que en pacientes con asma, el ejercicio regular puede reducir los ataques.



Por:

Dr. Enrique José Mayo De Bello

Medicina Familiar y Medicina del Deporte

Centro de Rehabilitación por ejercicio  MEDIC GYM

ejmayo@cableonda.net

Tel: 263-4007 ó 263-0407